Por Polimnia Romana
20 de Agosto, 2009 - 00:00
No me refiero al hecho de que todo lo que él advirtió, desgraciadamente, ha venido sucediendo, sino a lo que declaró respecto a la difusión de antivalores que los barones del dinero transmiten en los medios masivos de comunicación, donde omiten exaltar los valores humanos que el pueblo conserva, su cultura, sus tradiciones y sus costumbres, que forman parte de la riqueza nacional. La televisión comercial sólo exalta el amor al dinero, a la posesión de bienes superfluos con lo que enajena a la gente y la invita a conseguirlos a cualquier precio para ser aceptada en la sociedad.
Cuánto tienes, cuánto vales, y desde luego que no es así. Todas las personas tenemos un valor intrínseco que nada tiene que ver el mundo material, y sí con lo que hacemos con nuestro esfuerzo, por nosotros mismos y por los demás. Basta recorrer estos pueblos olvidados de Oaxaca para comprobarlo. Aquí, donde se carece hasta de lo indispensable para vivir, la gente sabe compartir y dar sin esperar recompensa. No se presumen trapos ni se compite por el arreglo personal. Un buen baño de río con jabón neutro basta para ofrecer una cara limpia a los demás. La gente se saluda amablemente, platica sus cosas y comparte lo que sabe para ayudar a los parientes y vecinos.
Nadie se guarda para sí algo que puede servirle a otro, no importa de lo que se trate: una escoba, un mecate, un trozo de madera, en fin.Cuando alguien del pueblo está en apuros, no falta quien le brinde ayuda y compañía.
Se juntan en la plaza por las tardes o afuera de la iglesia para convivir. Los niños juegan sin juguetes, corren al aire libre, saltan, quieren y tratan bien a los animales. Aprenden de los adultos quehaceres y oficios. La ignorancia y la pobreza no les impiden comprender las injusticias y los abusos. Saben identificar perfectamente a las personas que se acercan a ellos por conveniencia opara acarrearles un mal, como ellos dicen. Por eso resulta tan satisfactorio encontrarlos reunidos en espera de su Presidente Legítimo. Sus miradas de esperanza tienen mucho de verdad.
Sinceramente pienso que esas miradas, esos abrazos y esas sonrisas que le regalan a Andrés Manuel son el aliciente que él necesita para seguir recorriendo el territorio en busca de la transformación pacífica de este país. Por eso jamás convocará a la violencia, porque ha descubierto en sus recorridos el valor de la paz del pueblo.
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