viernes, 21 de agosto de 2009

México en guerra

Por Federico Arreola
20 de Agosto, 2009 - 11:39
"Más muertos", fue lo primero que me dijo el taxista que me transportó este jueves, poco antes de las diez de la mañana, del centro de la Ciudad de México a la colonia Condesa. Se refería a lo que en ese momento comentaba Martín Espinosa de la radiodifusora Reporte (cada vez que me subo a un taxi capitalino escucho esa estación). El periodista hablaba de la ejecución del presidente del Congreso de Guerrero, Armando Chavarría Barrera. Este asesinato ocurrió muy cerca de Acapulco. Lo menciono porque los hechos violentos relacionados con los sitios turísticos mexicanos de inmediato tienen repercusiones en el extranjero, lo que complica las cosas. Hace tiempo, al estilo del viejo oeste, un empresario de Los Cabos, protegido por un grupo de guardias armados, desalojó de un predio a los invasores que se habían posesionado del inmueble. Eso seguramente asustó al menos a algún turista que pensaba visitar Baja California Sur, lo que dejó sin ingresos al menos a un mexicano que, al verse empobrecido, encuentra ahora mayores incentivos que antes para trabajar con las mafias, las únicas que hoy en día parecen generar empleos. Ilegales, desde luego, pero empleos al fin. Lejos del Pacífico, en Cancún, no hay semana en que no haga de las suyas la delincuencia organizada. El problema, naturalmente, sería menor si se concentrara en las zonas turísticas. Pero, por desgracia, en todo el país es lo mismo. En los aeropuertos la droga circula con entera libertad ya que los policías responsables de vigilarlos muchas veces trabajan para las mafias. Hay pasajeros que pueden dar cuenta de grandes abusos pero que se callan por prudencia o por miedo. El miedo, además de las ejecuciones, es lo único real actualmente en México, que se ha convertido en uno de los países más bárbaros del mundo. El que lo dude que pregunte por las balaceras de horas de duración en Monterrey, en Ciudad Juárez, en Morelia, en Tijuana, en Reynosa, etcétera. Hasta el terrible secuestro, otra industria en ascenso, empieza a ser visto como un mal menor comparado con el asesinato. Tristemente, las cosas están mal y se van a poner peor. Porque la crisis económica se vuelve más profunda con cada ejecutado. Mientras no cambie el sistema político autoritario, no habrá salida. Pero esto es algo que, en el mejor de los casos, no ocurrirá pronto. Es decir, no antes de 2012, el año en el que la mafia priista espera reemplazar a la mafia panista en la Presidencia de la República. Es lo que significa la estruendosa campaña mediática de Enrique peña Nieto, el ahijado de Carlos Salinas de Gortari. Mal futuro. Pero, por fortuna, hay una esperanza, solo una, de que las cosas mejoren: seguir resistiendo.

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