martes, 18 de agosto de 2009

Slim, esta vez excelente; Conesa no es empresario

Por Federico Arreola
18 de Agosto, 2009 - 00:48
El pasado sábado 15 de agosto www.sdpnoticias.com dio a conocer que, un día antes, una empleada de Aeroméxico, en el aeropuerto del Distrito Federal, a gritos impidió que abordara un vuelo a Tijuana el presidente de la Federación Mexicana de Automovilismo Deportivo, José Janssen.

Muchos otros pasajeros, sobre todo los que esperábamos para abordar un avión con rumbo a Monterrey, fuimos testigos del incidente.

La representante de Aeroméxico, colérica porque el señor Janssen le había reclamado que el vuelo estuviese sobrevendido, le gritó a este hombre: "¡Usted no aborda, no aborda! ¡No lo subo, no se sube! ¡Hágale como quiera!". Acto seguido, la mujer mandó llamar a la Policía Federal Preventiva para que intimidaran a José Janssen.

Muy cerca de los hechos estaban un accionista de Aeroméxico, Marcelo Canales Clariond -hermano de Fernando, ex gobernador de Nuevo León-, y Humberto Treviño Landois, el subsecretario de Comunicaciones y Transportes encargado de regular a las aerolíneas.

Cuando saludé a Marcelo, a quien conozco desde hace años, le pregunté que si él, como accionista de Aeroméxico, no iba a defender al viajero agredido. Me dijo que él solo era socio de la empresa, no directivo de la misma, pero que iba a ver qué podía hacer. Realizó algunas llamadas y no supe más.

Inmediatamente después, le pregunté a Humberto Treviño qué iba a hacer él como autoridad, ya que claramente Aeroméxico, a través de su representante, estaba agrediendo a un pasajero. Humberto me dijo que iba a tratar de averiguar qué había pasado.

Al día siguiente, el sábado 15 de agosto, cuando se publicó la nota en www.sdpnoticias.com, en una cafetería de Monterrey, mientras yo charlaba con un amigo, pasó Treviño Landois, nos saludamos y de inmediato me comentó: "Oye, exactamente lo que tú me dijiste que había pasado con el pasajero de Aeroméxico, me lo contó una señora que se sentó en el avión a mi lado. Le voy a enviar un mail a Andrés Conesa (director general de Aeroméxico) para que esté enterado".

El lunes 17 de agosto por la tarde, al salir de un restaurante ubicado en La Paz, Baja California Sur, donde yo había sostenido una agradable plática con el ex dirigente nacional del PRD, Leonel Cota, leí en mi Blackberry la carta que Humberto Treviño le envió a Andrés Conesa:

"Efectivamente lo que consigna esta nota (la del SDP) coincide con las versiones que varios pasajeros me expresaron cuando abordé a las 15:00 hrs el vuelo a Monterrey en la puerta #68 y el evento de referencia ocurrió en la puerta de al lado en un vuelo previo. Vi correr a los 2 elementos de la PFP en esa dirección lo que generó sobresalto en los pasajeros que esperaban su vuelo en esa zona. Según lo que me dijeron quienes vieron la escena a todo detalle, la actuación de la joven empleada de Aeroméxico fue sumamente grosera y sin la menor consideración a un cliente que está por perder su avión".

Una hora después, también en mi Blackberry leí lo que el director general de Aeroméxico, Andrés Conesa, le respondió al subsecretario de la SCT:

"Estimado Humberto: Gracias por tu correo. Desde la semana pasada, cuando se publicó esta nota, pedí se hiciera una investigación sobre el comportamiento de nuestra empleada Ana Loyo. Te anexo en otro correo la queja que llenó el Sr. Jassen y que constituye un elemento fundamental para deslindar responsabilidades. En ningún momento se llamó a la PFP pues, como sabes, ellos están presentes por motivos de seguridad en todos los despachos de vuelo de la Ciudad de México a Tijuana".

Conesa está muy mal informado: todos los testigos vimos correr a los elementos de la Policía Federal Preventiva hacia donde estaba el pasajero agredido a gritos por la empleada de Aeroméxico. Es decir, los policías no estaban ahí, sino que acudieron porque fueron llamados por la mujer, que ahora sé se llama Ana Loyo.

El subsecretario Treviño Landois lo dice muy claramente en su carta: "Vi correr a los 2 elementos de la PFP en esa dirección lo que generó sobresalto en los pasajeros que esperaban su vuelo en esa zona". Si Conesa se tomara la molestia de preguntar al consejero de Aeroméxico Marcelo Canales Clariond, que estaba presente cuando eso ocurrió, este le diría lo que a mí me dijo: "No vi exactamente qué pasó, solo vi llegar a toda velocidad al policía en su scooter". Y es que, en efecto, uno de los agentes llegó en su vehículo electrónico de dos ruedas.

Mientras el señor Jassen discutía con los policías, me acerqué a él y le pregunté por qué lo molestaban esos tipos. Con prudencia, me dijo que todo estaba ya bajo control, pero me autorizó a mencionar su nombre si acaso yo publicaba una nota. Hasta me dio su tarjeta de presentación. Por cierto, Jassen no abordó el vuelo y sus acompañantes, que ya estaban arriba del avión, descendieron del mismo en solidaridad con el presidente de la Federación de Automovilismo Deportivo.

Creo que Conesa al defender a una empleada que actuó muy mal (en una empresa comercial nada puede ser peor que ofender a un cliente), se está viendo como lo que es, un político que busca lealtades entre sus subordinados, y no como un empresario convencido de que el cliente siempre tiene la razón.

Andrés Conesa es un hombre realmente inteligente que ha hecho una brillante carrera en el sector público. Sería un muy buen senador y, tal vez, hasta tiene méritos para llegar, algún día, a encabezar la Secretaría de Hacienda. Pero empresario no es. No puede serlo alguien que, sin analizar las cosas, le da la razón a su empleada antes de otorgarla a uno de sus clientes. Sobre todo si, como es el caso, entre los numerosos testigos de la mala actuación de esa mujer están un socio de la empresa y el subsecretario responsable de que las aerolíneas actúen correctamente.

Empresario de verdad, Carlos Slim. Este potentado, uno de los hombres más ricos del mundo, con una enorme visión para los negocios y con todavía más responsabilidad social, ha decidido invertir para sacar agua del desierto de Chihuahua, de tal forma de venderla al municipio de Ciudad Juárez.

Si critiqué a Slim hace tiempo por haber invertido con altanería en el quebrado New York Times solo para darse aires de sofisticado hombre de mundo, ahora le aplaudo. Porque si no está claro que en su nuevo negocio vaya a obtener grandes utilidades, es ciento por ciento seguro que los habitantes de Ciudad Juárez ya le agradecen la intención

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