sábado, 11 de septiembre de 2010

BAJO RESERVA

Ayer por la noche, el Octavo Pleno del Séptimo Consejo Nacional del PRD entró en receso. El intenso “fuego amigo” hizo imposible seguir adelante con los trabajos para afinar la política de alianzas electorales para 2011 y 2012. La renovación de la dirigencia nacional es la gran manzana de la discordia. Por un lado, Carlos Sotelo, Dolores Padierna, Alejandro Sánchez Camacho y Víctor Varela López, entre otros de los más cercanos a Andrés Manuel López Obrador, impulsan con vehemencia que el cambio ocurra en diciembre, ya que “la actual dirigencia ha dado un viraje a la derecha con un afán simplemente electorero”. Por el otro, Jesús Ortega intenta planchar las cosas para que su sucesor sea nombrado hasta marzo, cuando sea imposible dar marcha atrás a las eventuales coaliciones. El tono de la confrontación obligó a nombrar a un mediador, nada menos que al secretario general del PRD-DF, Jesús Valencia, uno de los personajes más cercanos a Marcelo Ebrard. Los enterados anticipan un triunfo de Los Chuchos, lo que explicaría la posición adoptada ya entrada la noche por Dolores Padierna, quien dijo que si hay un “compromiso formal y claro”, eventualmente aceptarían la renovación en la primavera de 2011.



Por cierto, este domingo el PRD tendrá que presenciar las consecuencias de la división al interior de sus filas. Tras 12 años de gobernar Zacatecas, primero con el ex priísta Ricardo Monreal, hoy coordinador del Partido del Trabajo en el Senado, y luego con Amalia García Medina, los perredistas verán cómo Miguel Alonso Reyes, del PRI, asume como mandatario estatal. Lo acompañará la plana mayor: Beatriz Paredes, líder nacional del tricolor; el presidente de la Mesa Directiva del Senado, Manlio Fabio Beltrones, y Francisco Rojas, coordinador del grupo parlamentario del PRI en San Lázaro. Alonso Reyes es el primero de los mandatarios electos el 4 de julio en tomar protesta.



El procurador general de la República, Arturo Chávez Chávez, salió ayer al quite y apuntó a lo que finalmente es lo importante: todo lo que dijo Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, ante la Policía Federal, y que fue profusamente difundido por los medios masivos de comunicación, no tiene ninguna validez jurídica. Sus declaraciones no fueron hechas ante el Ministerio Público ni estuvo asistido por un abogado. Entonces, cierto o no, lo que dijo el presunto capo no tiene la menor importancia a los ojos de nuestra ley. Así de simple.



Apunte final: En las trincheras, donde se libra la llamada guerra contra el hampa, suceden cosas que van más allá de los cotidianos enfrentamientos, ejecuciones y extorsiones. En Chihuahua capital, el pasado miércoles una señora de edad avanzada enfrentó, pistola en mano, a un grupo de jóvenes que ingresaron a su casa presuntamente para robarla. Mató a uno e hirió a otro. Un tercero salió huyendo. Los hechos ocurrieron por la mañana. A mediodía, el gobernador José Reyes Baeza expresó públicamente “todo el apoyo del gobierno del estado para la señora”, y por la tarde, la procuradora Patricia González, la misma que reconoció que había tantas muertes que no tenía caso investigarlas, anunció que se trató de un claro caso de legítima defensa, por lo que no se abriría proceso alguno. Los portales de medios de comunicación locales dieron cuenta a lo largo del día de la valentía de la señora que en defensa de su patrimonio privó de la vida a un delincuente e hirió a otro, al que ubicaron como un sujeto peligroso y con antecedentes. La sociedad chihuahuense, harta del clima de violencia que vive, aplaudió “un caso de verdadera justicia”. Es la vida, y muerte, en la trinchera.

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