martes, 14 de septiembre de 2010

((Ciudad Perdida)) --Festejo entre inseguridad y corrupción-- Hay otro grito, el de los libres

Miguel Ángel Velázquez

¿De qué se ríe Calderón?

Tal vez de la ingenuidad, de la necesidad inmensa de los mexicanos de celebrar algo que no tiene, hoy día, ninguna razón de ser. El país está destruido, ensangrentado, muy pobre. Corrupto.

Pero además, el festejo del bicentenario de la Independencia de México, para quienes quieran acudir al Zócalo de la ciudad de México, será un vía crucis. Deberán sortear el miedo, que a efectos de ese día, el 15, se llamará cerco de seguridad. Nadie quedará sin revisión. En 115 diferentes lugares, quienes pretendan acudir a la celebración deberán pasar por los filtros donde se buscará que nadie lleve algún artefacto que pudiera ser peligroso. Si llueve, por ejemplo, deberán soportar el agua porque los paraguas están prohibidos. Las hebillas de los cinturones que sean muy voluminosas se les retirarán a sus dueños.

Los datos que se han proporcionado acerca de la seguridad cuando menos asombran. De la Puerta de los Leones, en Chapultepec, hasta la Alameda Central, 14 mil efectivos de la Secretaría de Seguridad Pública del DF estarán pendientes de que nada se salga de la normalidad, aunque quién sabe qué signifique tal cosa. Total, se requiere de una verdadera y desesperada necesidad de romper la cadena de desgracias que han caído sobre el país, principalmente durante este régimen, para tener ánimos de ir al Zócalo.

La realidad, vista en cifras, patea con saña cualquier festejo. La guerra que Calderón impuso en 11 centros urbanos, entre los que destacan Monterrey, Ciudad Juárez y Reynosa, ha desaparecido más de 100 mil empleos formales; en todo el país hay siete y medio milllones de jóvenes que no tienen escuela o trabajo; los más ricos han sacado del país, con todo lo que ello representa, 51 mil millones de dólares durante este gobierno; la ONU asegura que los mexicanos no se sienten representados por los políticos, que hay una crisis de desconfianza, y para rematar, porque el espacio lo demanda, el gobierno de Calderón dejó sin empleo a más de 40 mil empleados de la empresa Luz y Fuerza del Centro, a la que desapareció por capricho. No hay que olvidar los más de 30 mil mexicanos muertos en la guerra contra el narcotráfico.

Esa es la agobiante realidad. Entonces, ¿habría que ir al corazón del país, el Zócalo, y convertirnos en cómplices de este gobierno que nos aplasta? ¿De verdad habrá que ir a gritar que estamos de acuerdo con nuestra desgracia? La mejor respuesta sería un Zócalo vacío el 15 por la noche, pero tenemos que tener en cuenta que también el engaño y la mentira se han enseñoreado en el país, y la realidad se ha convertido en un artículo al que muy pocos pueden tener acceso.

Afortunadamente aún existe una alternativa. En la Plaza de las Tres Culturas habrá otro grito sin los engorrosos sistemas de seguridad, y eso sí, con la idea de que el cambio es posible, que la cadena de desgracias se puede romper si la gente quiere. Allí, pese a muchos, se gritará por la esperanza. Le han llamado el grito de los libres, pero la verdad es que tendría que ser el alarido del despertar, y la verdad, ya es hora. En ese sitio estará, presidiendo el festejo, Andrés Manuel López Obrador. Que así sea.

De pasadita

Y ya que andamos en estos lares, nos dicen, sin dar muchos datos precisos, que López Obrador muy pronto iniciará una gira fuera del país. No nos han dicho ni cuándo ni dónde, pero aún sorprendidos hay quienes señalan que esta vez López Obrador sí emprenderá un viaje que tendrá que ser importante, dado que, fuera de México, en muchos lugares se ha procurado su asistencia. ¿Será?

Para terminar les contamos que el sábado pasado, durante la función de box en la Plaza México, el secretario de Turismo del DF, Alejandro Rojas Diaz-Duran, recibió una rechifla que opacó el sonido del aguacero que caía sobre el coso. Cuando menos cuatro funcionarios del gobierno de Marcelo Ebrard estuvieron en la función, y casi todos buscaban con desesperación las cámaras de televisión para que su imagen saliera en vivo. Era tanta su urgencia, que las edecanes de una marca de cerveza contratadas para poner frente a la televisión el nombre del producto se pelearon a codazos con los políticos del gobierno de la ciudad. ¡Qué lástima!

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