viernes, 3 de septiembre de 2010

La tragedia interminable--Vitral | Javier Solórzano


Los migrantes recorrieron el país sin que nadie los quisiera ver. No hay forma de explicar lo que pasó si no es por la complicidad y la corrupción entre zetas, todo apunta a ellos, y las autoridades.

“Lo reconocí por la camisa que le había comprado antes de que se fuera”. Esto dijo la madre de uno de los migrantes asesinados, al verlo boca abajo en la dantesca escena en el terreno baldío de San Fernando, Tamps. Cuando vio las fotos ya no le fue tan fácil la identificación. Las autoridades mexicanas sacaron las fotos de los cadáveres 4 días después del hallazgo. Los cuerpos ya estaban en descomposición. Algunos casos se veían los huesos, los morenos se veían blancos y la putrefacción era evidente. En lugar de imprimir las fotos de inmediato, como se debe hacer, dejaron pasar el tiempo. Quizá fue incapacidad, complicidad o corrupción; o quizá todo junto.
La reconstrucción de los hechos supone que los migrantes fueron secuestrados en Veracruz y Tabasco. Los transportaron a casas de seguridad en donde les hicieron “las propuestas”. Aceptaban o serían asesinados. El migrante ecuatoriano sobreviviente quizá se haya salvado, al igual que el hondureño, porque aceptaron la “propuesta” pensando en huir. Las autoridades locales no respetaron ni a los muertos ni a los diplomáticos. Enviaron al DF los cadáveres como si fueran reses. El chofer que llevaba los cadáveres no sabía lo que llevaba y, además, en el DF atropelló a una mujer que perdió una pierna.
A los diplomáticos los tuvieron casi dos días sin información. El INM confirmó su desfasamiento con la realidad. En junta con funcionarios de los gobiernos de donde eran originarios los migrantes, su directora ofreció algo así como asilo al ciudadano ecuatoriano. Un funcionario de la SRE le puso freno: “Con respeto señora, si en algún lugar no hay seguridad para este hombre es en México. Lo mejor es que regrese a Ecuador”.
Los migrantes recorrieron el país sin que nadie los quisiera ver. Fueron ejecutados con el tiro de gracia. La saña fue brutal. En algunos casos les incrustaron cuchillos en el cuello. Murieron unos juntos a otros sin saber quién estaba a su lado. Se cree que los asesinos eran más o menos ocho fuertemente armados. No hay forma de explicar lo que pasó si no es por la complicidad y la corrupción entre zetas, todo apunta a ellos, y las autoridades.
Sólo se han entregado cadáveres de 16 hondureños, de los cuales 4 han sido regresados debido a que no fueron identificados; los otros 58 estaban a 32 grados chocando en el DF. Los diplomáticos siguen en el peregrinar en medio de un absurdo e insensible papeleo. Estamos ante: 1. Ausencia de una política migratoria. 2. Incapacidad y corrupción de autoridades locales. 3. Violencia brutal de los criminales. 4. Muerte de 72 migrantes que pareciera no conmover a las autoridades, mientras en Honduras, en ceremonia que encabezó el presidente Lobo, fueron recibidos con todos los honores y en medio de la solidaridad.
¡OOOUUCHCH! Así como lo vimos durante 7 minutos con 12 segundos llegó a la PGR, riéndose. Poco faltó para que saludara de mano.

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