martes, 14 de septiembre de 2010

Sangre, miseria, corrupción--- Federico Arreola

En el libro de Pedro Ángel Palau Pobre patria mía. La novela de Porfirio Díaz, este dictador dice, muchos años después de haber sido enterrado en París, Francia lo siguiente:


"Sangre, miseria, corrupción. ¿En qué orden lo pongo? Cualquiera vale... esas tres palabras definen el país que abandoné el 31 de mayo de 1911, hace ya tanto tiempo, y que nadie ha podido domeñar. Lo dije al salir: los tristes acontecimientos les dirán que a México solo puede gobernárselo como yo lo hice, a golpes. Es una bestia indómita que no resiste la caricia, ni el amor".


La Revolución Mexicana, aquella guerra civil de hace 100 años, estalló por la imposibilidad de quitarle pacíficamente el poder a Díaz. Duró mucho tiempo y perdieron la vida demasiados mexicanos: un millón, se dice. No todos víctimas de las balas o de otras armas. Un número importante falleció por la hambruna o por las enfermedades incontrolables causadas por la propia conflagración.


Este lunes, en su columna de Excélsior, Jorge Fernández Menéndez dijo que "si se consideran las 25 guerras con mayor cantidad de bajas de la historia moderna, la Revolución Mexicana, con todas sus secuelas, más aún si se suma a ella la guerra cristera, ocupa el noveno lugar en la historia, con el mismo número de bajas que la guerra civil española y sólo superada por las dos mundiales, la Revolución Rusa, la guerra de Corea y la de Vietnam, las napoleónicas, la guerra chino-japonesa y la invasión rusa a Afganistán".


Hay consenso acerca de que, del millón de muertos, la gran mayoría perdió la vida por el hambre o por las epidemias. Es decir, en las batallas habrán perecido unos 300 mil mexicanos.


Eso en más de de 10 años de duros combates.


En cuatro años del gobierno de Felipe Calderón han muerto acribillados por las balas 30 mil personas. Es decir, el 10 por ciento de la gente que falleció en la Revolución.


Carajo, con tantos muertos en su sexenio, pareciera que Calderón fue aconsejado, desde su tumba parisina, por Porfirio Díaz: "A México, bestia indómita, solo se le puede gobernar a golpes".


Pero, un momento, juro que no pretendo desprestigiar a don Porfirio comparándolo con Calderón. Si se me ha malinterpretado pido perdón a los herederos del héroe del 2 de abril, que a diferencia de su anodino imitador, algunas cosas buenas hizo por México.

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