miércoles, 1 de septiembre de 2010

Serpientes y Escaleras | Salvador García Soto IV Informe: Calderón o el desgobierno


¿Qué va a informar el presidente Calderón al Congreso y a los mexicanos más allá de cifras, datos y porcentajes de avances en obras o de gasto público? ¿Dirá que en éste, su cuarto año de gobierno, el país está convulsionado por la violencia del narcotráfico y que en amplias zonas de la república el orden público está roto, los mexicanos viven atemorizados y hay total ausencia del Estado?
El informe del Presidente se puede resumir en una sola frase, lapidaria y sintética, que él mismo acuñó y repitió toda la semana pasada y que describe cómo arriba el país al cuarto año de un sexenio que pasará a la historia como el más violento y caótico de la historia reciente: “Seguirá la violencia”.
¿Qué más ha tenido el sexenio de Calderón en estos cuatro años? ¿Alguien recuerda una obra pública importante? ¿Alguien sabe cuál es la política social de este gobierno? ¿Alguien rescata alguna línea de discurso o de pensamiento que no tenga que ver con “guerra”, “lucha”, “combate”, “violencia”, “enfrentamientos”, “ejecutados”, “sicarios”, “capos”... etc.?
Un rápido e incompleto recorrido por las anécdotas de horror que pueblan el país y que se reproducen de boca en boca, de persona en persona, de cercano a cercano, dan sólo un asomo de que, por encima de la propaganda oficial, de cifras y datos contenidos en el documento que hoy entregue al Congreso, el cuarto año de Calderón es de una realidad dolorosa, de una violencia sórdida, de una bestialidad que nos estalla a diario en la cara y una sensación de abandono, de terror, de miedo.
“Juan” es cirujano dentista; junto a un socio puso una clínica dental en el DF tan exitosa que decidieron poner otra clínica en Monterrey. Llegó a la Sultana del Norte, abrió su clínica y repitió el éxito. Hace un par de semanas un par de camionetas con hombres armados le cerraron el paso en un crucero de Monterrey, le ordenaron bajar, lo golpearon y lo llevaron a una bodega. Al abrir los ojos estaba junto a unas 40 personas secuestradas, amordazadas, golpeadas.
A su lado, recuerda con angustia, había una jovencita. Los sicarios, teléfono en mano, llegaron hasta ella para llamar a su padre y pedir rescate. La chica, que no pasaba de 20 años, estaba totalmente golpeada, la cara tan inflamada que apenas se le veían los ojos. No tenía un solo diente, todos se los habían tumbado. “Óyeme bien, hijo de la chingada, tenemos a tu hija”, dijo el narco al padre y le puso el teléfono a ella para que le hablara. La chica balbuceaba, intentaba gritarle a su padre pero lo hinchado de la cara le impedía pronunciar palabra con claridad. “Esa no es mi hija, mientes”, dijo el padre y les colgó a los narcosecuestradores.
Iracundo, el narco golpeó a la chica: “Háblale, hija de la chingada, que te escuche”. Volvió a marcar el teléfono y le volvió a decir al padre: “Escucha bien cabrón, es tu hija”. La muchacha, desesperada, volvió a intentar hablar, balbuceando cosas inentendibles. El padre siguió sin reconocerla y volvió a colgar. El narco tomó su pistola y sin más, de un tiro, ejecutó a la chica. “Juan” ya no vive en Monterrey y hoy tiene que tomar terapia sicológica.
Historias, vivencias de horror y miedo se repiten por el país. En Tamaulipas, 320 muertos sólo la semana pasada; coches-bomba, migrantes ejecutados a mansalva, un alcalde asesinado y su hija de 10 años herida; otro alcalde, el de Nuevo Morelos, secuestrado y desaparecido desde el domingo. Y la lista puede seguir: Torreón, Cuernavaca, Acapulco, Tepic, Juárez, Durango, Guadalajara… ¿qué nos dirá en su informe por escrito y en sus mensajes Calderón?, ¿la verdad de lo que pasa en México y a los mexicanos?, ¿la realidad del desgobierno en que vivimos o la realidad que quiere ver en su falaz propaganda gubernamental?

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