domingo, 12 de septiembre de 2010

Televisa y Reforma-- Federico Arreola

En el libro "El pianista en el burdel", el fundador de El País, Juan Luis Cebrián, dijo: "Se lo mire por donde se lo mire, el periodismo moderno nació ligado al dinero, bien o mal ganado, y al poder, mal o bien ejercido". Es verdad, como lo prueba actualmente la agresión cobarde de Televisa al Grupo Reforma.


Al margen de cómo han obtenido su dinero (un tema en el que ahora no me meteré), Televisa es un paradigma de periodismo ligado al poder mal ejercido. El Grupo Reforma, lo contrario: es un ejemplo de periodismo ligado al poder bien ejercido.


La televisora presidida por Emilio Azcárraga Jean nació al mismo tiempo que el viejo sistema político priista con la misión de ser un instrumento para mantener el poder en manos de la mafia política surgida de la Revolución Mexicana.


Reforma, el diario de Alejandro Junco de la Vega, surgió (como El Norte, en Monterrey), ligado a los grupos empresariales regiomontanos que, a pesar de su dinero y su influencia, nunca han podido mandar en Los Pinos.


Cuando el padre de Azcárraga Jean dejó el negocio, el heredero quiso darle a Televisa una cara más amable, demócrata, liberal. Por momentos, sobre todo en la elección presidencial de 2000, lo logró. Después, Azcárraga y sus principales colaboradores --Bernardo Gómez, José Bastón, Alfonso de Angoitia-- tentados por el dinero en abundancia se olvidaron del periodismo para volver a los orígenes de la televisora: servir al poder para proteger sus propios intereses.


Cuando el padre de Alejandro Junco de la Vega dejó El Norte (de mala manera, pero esta es otra historia), Alejandro quiso hacer de su periódico uno de los mejores de México y del mundo, y lo logró. Basado en un modelo de negocio alejado de la publicidad oficial, alcanzó la independencia económica para practicar un periodismo elogiado dentro y fuera de México. A pesar de algunas fallas atribuibles a su éxito comercial (Junco es un magnate que en ocasiones se olvida del oficio para pasear "de más" en su yate, por ejemplo), El Norte, Reforma y Mural siguen siendo diarios en los que la gente puede confiar y, de hecho, confía.


¿Confían los televidentes en los noticieros de Televisa? No, desde luego.


Televisa, incentivada por el dinero que vía publicidad le llega del gobierno del Estado de México, pero sobre todo convencida esta empresa de que necesita a un auténtico pelele en Los Pinos, ha decidido apoyar con todo las aspiraciones presidenciales de Enrique Peña Nieto.


Grupo Reforma, leal a su periodismo, se ha convertido en uno de los mayores obstáculos que enfrenta Peña Nieto. Así, solo las encuestas de la empresa de Junco de la Vega marcan la caída del prometido de La Gaviota y hablan del ascenso de Andrés Manuel López Obrador. Pero, lo peor para Televisa y Peña Nieto, los reportajes aparecidos en Reforma, El Norte y Mural son contundentes en el sentido de exhibir no solo al mal gobierno de Peña, sino sus relaciones "raras" con la televisora de Azcárraga Jean.


No hay otra explicación a la campaña de Televisa contra Grupo Reforma.

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