miércoles, 27 de julio de 2011

Don @navarretecarlos pirateó una idea de @rojas_cm

El senador Carlos Navarrete es un pirata político. Sin el menor recato, el chuchista guanajuatense se pirateó la iniciativa de la Constitución de la Ciudad de México, que viene promoviendo, desde hace al menos una década, Alejandro Rojas Díaz-Durán, secretario de Turismo del GDF, como pretexto para cubrir el expediente que lo ligara a algún tema relevante de la capital del país, la cual ni conoce y en la que no lo conocen como integrante de su clase política.

Tal ardid le ha servido a Navarrete para ir a sorprender a diferentes auditorios, en los que presume tener el conocimiento y la capacidad para gobernar una de las capitales del más grandes y complejas del mundo, cuando –según sus propias declaraciones—a lo que más aspiraba hace una década era a ser alcalde de Celaya, Guanajuato. Pero ni allá pudo.

Y como Guanajuato se ve muy lejos para ser gobernado por alguien como él, a menos que el PAN lo lleve de candidato, lo cual es todavía más improbable, los chuchos del PRD diseñaron su estrategia para presionar a Marcelo Ebrard Casaubón para que, a cambio de apoyarlo en sus aspiraciones presidenciales dentro del PRD, les ceda, como moneda de cambio, el gobierno de la Ciudad de México. Sí, chucha, o sí, chucho, cómo no.

Carlos Navarrete sabe que no tiene ninguna posibilidad de ser jefe de gobierno del DF. Primero, porque es un político advenedizo y oportunista en la Ciudad de México. En esta no conoce más que la colonia en la que habita mientras acuerda con Calderón y los suyos las alianzas con la derecha. Al único sitio al que sabe llegar es a la residencia oficial para que le tiren línea acerca de cómo golpear a AMLO. En segundo lugar, Navarrete no será jefe de gobierno porque difícilmente podrá adentrarse, en un año, en la problemática de la capital. Como eso no lo logrará ni aunque le den cursos exprés, pues se fue por la fácil: se pirateó a Rojas.



Pero ya Rojas Díaz-Durán le contestó. Inició un amplio despliegue mediático para probar que él, apoyado por muchos chilangos, viene luchando desde hace años para que la capital mexicana obtenga su libertad y soberanía, como cualquier entidad de México, para que se constituyan poderes públicos independientes y autónomos, para que los habitantes del DF elijan gobernador, alcaldes y cabildos, para que, en fin, se restituyan todos los derechos y obligaciones a los chilangos. Es decir, para que sean ya ciudadanos iguales a todos los mexicanos.



Pero el senador de Guanajuato, don Carlos Navarrete, sigue muy quitado de la pena, y sin vergüenza hace caravana con sombrero ajeno. Porque si le hubiera importado la autonomía de la Ciudad de México, habría empujado desde hace 5 años esa iniciativa que han congelado por varias décadas en el Senado de la República, que el mencionado chucho presidió este sexenio.

Pura piratería, y chafa, del senador Navarrete, que al carecer de ideas propias, se fusila las ajenas. De dar pena, pues.



Navarrete debería irse a un cargo de su tamaño, como el de presidente municipal de su comunidad guanajuatense, donde seguramente, junto con sus cuates amantes de la música de José Alfredo Jiménez, podrá fundar su isla Barataria o, mejor aún, Pirataria.

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