lunes, 11 de julio de 2011

El proyecto Ebrard: debilidades y fortalezas JOSÉ LUIS CAMACHO ACEVEDO

Quién piense que la mayor debilidad de Marcelo Ebrard en su proyecto de ser candidato presidencial para las elecciones del 2012 es la pretendida tutela que ejerce sobre el jefe de gobierno del DF Manuel Camacho Solís, puede estar equivocado.



Existen dos elementos que tienen mayor relevancia que la amistad histórica de Marcelo Ebrard con Manuel Camacho y el lastre que ello puede representar.



El primero es que orgánicamente Marcelo Ebrard jugará impulsado en el PRD por la corriente de “Los Chuchos”.



Marcelo no tiene cabida ni en MORENA, antes Convergencia, y casi su expectativa en el Partido del Trabajo de Alberto Anaya es igual de pálida.



Jesús Zambrano, Jesús Ortega y Carlos Navarrete ya cumplieron su ciclo dentro de la izquierda mexicana. Hoy son colaboracionistas abiertos del gobierno de Felipe Calderón. No tienen una base social importante que los sigue.



La prueba de ello es el estrepitoso fracaso de uno de sus más conspicuos líderes, Guadalupe Acosta Naranjo, en las recientes elecciones de Nayarit, donde se quedó en el tercer lugar.



Los Chuchos sí que son un lastre para Marcelo en sus aspiraciones presidenciales.



Para su desgracia el Jefe del Gobierno del DF no tiene otra corriente que lo apoye dentro del dividido PRD.



La segunda debilidad de relevancia para el proyecto político de Marcelo es la designación de quién será el candidato del PRD al gobierno de la Ciudad en el 2012.



Los Chuchos tienen proyectado a Carlos Navarrete. Y será difícil que declinen de esa promoción. Su negociación será: Marcelo candidato presidencial y Navarrete candidato a Jefe de Gobierno del DF.



Pero ese es el escenario catastrófico para el PRD en el 2012.



Ni Marcelo ganaría la presidencia y menos Navarrete la jefatura del gobierno defeño.



Los tiempos de Marcelo están fatalmente marcados. Primero sacar a su candidato al gobierno del DF, que sin duda es el procurador Miguel Ángel Mancera, y después negociar con las tribus delegaciones en la capital y muchos lugares para el PT en las listas plurinominales de diputados y senadores.



Marcelo puede sacar a Mancera con el trabajo de operadores hábiles como Alejandro Rojas como candidato al DF. Pero el segundo supuesto, ganarse al PT para condicionar al PRD y a MORENA, se ve prácticamente inalcanzable.



Las fortalezas de Marcelo se encuentran en dos escenarios.



Primero en trabajar con la sociedad civil en el diseño de Manuel Camacho para alcanzar el éxito que tiene Andrés Manuel López Obrador con la amplia base social de MORENA.



Ya se vio que el modelo de AMLO es tan efectivo que de inmediato en el Estado de México crearon su paradigma con la asociación peñista denominada Expresión Política Nacional.



Para ese proyecto el tiempo es el enemigo. La fuerza de Peña en su competencia con AMLO es su actual aceptación en el voto duro del PRI y en sectores sociales emergentes no tocados por MORENA.



Pero en el caso de Marcelo, no hay tiempo para crear un movimiento de las características de MORENA.



Después la fortaleza de Ebrard está en un acercamiento nacional a las clases medias. Difícil tarea pero es una opción muy rescatable.



Los fantasmas del ayer son los que lo pueden dañar en esos dos proyectos. Uno de ellos por cierto, vive hoy su momento más crítico en medio de la vorágine de la condena pública a su eterna enamorada Elba Esther Gordillo.



Y el otro será su propia geopolítica radicada solamente en el DF. Elemento que lo debilita de manera casi definitiva.

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