martes, 26 de julio de 2011

México SA-- Realidad vs fábulas de Los Pinos-- Jóvenes, educación y desempleo-- Obama: lógica; Calderón: bala-- Carlos Fernández-Vega


¿Por qué la realidad se aferra a desmentir cotidiana y rotundamente al fantástico discurso oficial? Qué ingrata, parece mala leche, pues cada que el inquilino de Los Pinos (o los integrantes de su gabinetazo) sale a ofrecer sus bellas fábulas (léase todos los días), ¡zas!, la realidad le tumba el micrófono y algunas otras cosas. Cómo no recordar, por ejemplo, aquel bello cuento narrado por el susodicho el pasado 18 de mayo, que a la letra decía: “El gobierno federal está rompiendo el círculo vicioso de egresados sin empleo…”

No terminaba de difundir esa linda jácara, cuando las propias cifras oficiales rápidamente lo desmintieron, toda vez que durante su estancia en Los Pinos uno de los sectores poblacionales más afectados por la creciente desocupación y subocupación ha sido, precisamente, el que cuenta con educación media superior y superior, de acuerdo con la información del Inegi. Por ejemplo, en octubre de 2008 (cuando el muy buen equipo económico, tal vez el mejor, al mando de Felipe Calderón –según su propia definición–, reconoció la existencia y contundencia de lo que desde muchos meses atrás en otras partes del mundo registraron como crisis), el 28 por ciento de los desocupados en México correspondió a trabajadores con tales características académicas; en junio de 2011, (superada la crisis, según otro de los cuentos) la proporción había crecido a 73 por ciento del total. Como se constata, no cabe duda de que el gobierno federal está rompiendo el círculo vicioso de egresados sin empleo.

Discursos van, discursos vienen, y la mala leche de la terca realidad no cede ante el embate de las fábulas calderonistas, muchas de ellas relativas a lo bien que la pasan los jóvenes en este sexenio de para vivir mejor (que en los hechos es para vivir peor), porque la oratoria del gobierno federal rompe círculos viciosos, aunque sea falso, donde se le ocurra. Así, la juventud nacional, todavía mayoría en este heroico país, no sólo tiene el decidido apoyo del inquilino de Los Pinos, sino que éste les cuenta cuentos de acuerdo con la ocasión, en materia laboral, por ejemplo.

Empleo por aquí, empleo por allá (“con nombre y apellido, según el gallito desplumado), y en el centro de esa gran oferta de plazas siempre están los jóvenes, quienes, si no trabajan, o de perdis estudian, se debe simplemente a que son unos fodongos. Y no termina de narrar el cuento, cuando ¡zas!, otra vez la realidad: “Se agudiza el desempleo en el segmento de población de los jóvenes en el país, particularmente los que tienen entre 20 y 24 años y los que han adquirido mayor instrucción educativa. Además, 40 por ciento de los jóvenes que laboran no gozan de prestaciones, ya que para las nuevas generaciones los contratos colectivos, las jubilaciones, el escalafón y otros beneficios serán cosa del pasado a las que no tendrán acceso… de toda la población, los jóvenes son los que padecen más desempleo, según las propias cifras oficiales” (La Jornada, Patricia Muñoz Ríos).

La información publicada ayer por este diario continua así: “…del volumen total de jóvenes en el país en edad de trabajar (más de 16 millones), millón y medio no encuentran empleo, y cada año se suman más y más jóvenes a la población económicamente activa que no tiene un trabajo. Es decir, más de 50 por ciento de los desempleados en México son jóvenes… Casi una tercera parte de la población son jóvenes que van de 15 a 29 años, los cuales son afectados por diversos problemas, entre ellos falta de empleo, inseguridad, dificultades para ingresar o continuar estudiando, insuficiente y deficiente prestación de servicios, la vivencia cotidiana en la que lamentablemente la mayoría de los jóvenes mexicanos están creciendo.”

Por si fuera poco, la experiencia de muchos jóvenes está marcada por la dificultad y escasez de oportunidades. Algunas estadísticas revelan lo problemático y difícil que resulta ser joven, al tiempo que muestran que los costos sociales y económicos para este sector de la población son muy altos. Baste decir que cada año un millón de jóvenes cumplen la edad para ingresar a lo que se llama la vida productiva; sin embargo, pese a los deseos que la mayoría de ellos tienen de incorporarse al mundo del trabajo, las posibilidades de acceder a un empleo de calidad son en realidad mínimas. Este problema afecta a todos los jóvenes, incluso a aquellos que se han preparado con estudios universitarios, lo que demuestra que la educación ha dejado de ser el instrumento de movilidad social que antaño la caracterizaba. Datos recientes señalan que de cada diez egresados universitarios, sólo siete encontrarán trabajo, y de estos últimos sólo cuatro lo harán en algún empleo relacionado con la profesión que eligieron.

Pero las fábulas siguen (presidencia del empleo, para vivir mejor, con 6 mil pesos ya la armamos, país de clase media, los beneficios económicos llegan a los bolsillos de los mexicanos, ruptura de círculos viciosos y las que se queden en el tintero, que son muchas), aunque la realidad no se arredra y aplica otro tipo de rupturas. Al cierre de 2010 (el año de la recuperación, de acuerdo con el micrófono oficial) el 54 por ciento de los desocupados en el país (información del Inegi), algo así como un millón 400 mil mexicanos, eran jóvenes de hasta 29 años.

Desde que se sentó en Los Pinos y alegremente se aferró al micrófono como estrategia de gobierno, la generación de empleo en el país ha sido inversamente proporcional al volumen de discursos por él pronunciado y, en consecuencia, lo que ha crecido es el desempleo, no el número de plazas laborales, especialmente para los jóvenes. De igual forma aquello de romper círculos viciosos. Así, en 55 meses de estancia en la residencia oficial, la desocupación entre los mexicanos con educación media superior y superior se ha incrementado 67.3 por ciento; 53 por ciento entre aquellos que concluyeron la educación secundaria y 37 por ciento para los que de milagro cursaron la primaria. Esa es la triste realidad, que en Los Pinos de fábula catalogan de mala leche.

¿Quieres que te lo cuente otra vez?

Las rebanadas del pastel

Barack Obama anunció ayer su estrategia para combatir, efectiva y eficientemente, a la mafia trasnacional (algo que debió hacer el inquilino de Los Pinos desde un principio), la mexicana en primera línea: “romper el poder económico del crimen organizado… terminar con su poder de corrupción”, es decir, simple y sencillamente, follow the money. Cuántos muertos, cuántas desgracias se hubieran evitado en México con base en esa lógica elemental. Pero no, al hijo desobediente le gustan la bala y el circo, desde el palco.

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