jueves, 7 de julio de 2011

Yunes, Gómez Mont y el frustrado atentado contra Elba Esther FEDERICO ARREOLA

Una persona digna de toda mi confianza y que conoce el tema y a los protagonistas me contó la siguiente historia.



Durante la última parte del proceso electoral veracruzano de 2010, Miguel Ángel Yunes, candidato del PAN y del Partido Nueva Alianza (este último, un instituto político totalmente a las órdenes de Elba Esther Gordillo), sintió que a pesar de la ventaja del priista Javier Duarte en las encuestas todavía podía ganar.



Yunes acudió, así, a la oficina del entonces secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, para plantear una petición de ayuda y una queja: la petición, que necesitaba con urgencia abundantes recursos para le última fase de la campaña; la queja, que la líder real de Nueva Alianza, Elba Esther, no estaba cumpliendo los compromisos pactados entre ellos, es decir, que la maestra lo estaba dejando solo).



Gómez Mont llevó la solicitud y la queja de Yunes a Los Pinos y consiguió, después de hablar con Felipe Calderón, que se le otorgaran recursos para la campaña veracruzana, pero ni siquiera Calderón logró que Elba Esther cumpliera sus compromisos.



Era imposible que la señora Gordillo cumpliera con Yunes, con Gómez Mont y con Calderón porque, a pesar de que su partido, Nueva Alianza, iba en Veracruz en alianza con el PAN llevando como candidato a Yunes, ella ya había negociado con Carlos Salinas de Gortari sumarse al proyecto político de Enrique Peña Nieto, para el que era fundamental la victoria del priista Duarte.



Además de sus acuerdos con Salinas y Peña Nieto, la líder del sindicato de maestros decidió dar la espalda a Yunes porque este, que obtuvo la candidatura panista luego de haber superado a la mala al favorito Gerardo Buganza, nunca se mostró, en ninguna encuesta o estudio sobre las elecciones veracruzanas, como un candidato con posibilidades de vencer a Duarte, particularmente porque Buganza, decepcionado, abandonó al PAN y decidió apoyar al candidato priista.



Así las cosas, Elba Esther Gordillo apoyó, contra su propio partido que postulaba a Yunes, al priista Javier Duarte, el actual gobernador de Veracruz al que ella favoreció durante la campaña, el día de los comicios y durante el conflicto poselectoral.



Lógicamente, Yunes quedó dolido y Calderón y Gómez Mont también. Así, los tres decidieron fraguar una especie de venganza contra la maestra Gordillo que, de ser aliada, pasó a convertirse en un problema para el PAN. Calderón, pues, autorizó a Yunes y a Gómez Mont a trabajar en un proyecto para debilitar a Elba Esther.



El problema es que si Felipe Calderón pensaba en un quinazo (un caso de corrupción importante) contra Elba Esther Gordillo, Miguel Ángel Yunes y Fernando Gómez Mont consideraron que eso era poco para acabar con una líder tan poderosa.



Así, Yunes y Gómez Mont convocaron a gente que había estado cerca, incluso emocionalmente cerca, de la señora Gordillo, para hablar de las posibilidades de que prosperase un atentado contra la influyente mujer.



No se sabe si realmente pensaban concretar esa acción criminal o si, simplemente, fue una de las tantas opciones imposibles de realizar que en tales circunstancias se ponen sobre la mesa para realizar el más completo análisis costo-beneficio de ir contra alguien cuya fuerza económica y política se sabe extraordinaria.



El caso es que una de las personas que fue consultada, que había sido muy cercana a Elba Esther, se asustó en cuanto oyó hablar del asunto y decidió buscar a su examiga para alertarla.



Cuando fue informada, Elba Esther Gordillo se alarmó, se preocupó y se enojó. Y decidió, de inmediato, ir a Los Pinos acompañada del hombre que le había contado la historia, para exigir a Felipe Calderón que pusiera en orden a Miguel Ángel Yunes y a Fernando Gómez Mont.



Calderón, espantado por las medidas extremas que Yunes y Gómez Mont estaban estudiando para debilitar a Elba Esther, decidió dejar solo al candidato priista que protestaba porque, según él, le habían hecho fraude en los comicios veracruzanos, y al mismo tiempo exigió la renuncia a su secretario de Gobernación, Gómez Mont, quien ya había chocado con el PAN por el tema de las alianzas electorales.



Todo esto ocurrió en los días inmediatamente posteriores a las elecciones de Veracruz del año pasado.



Pues bien, el actual enfrentamiento entre Elba Esther Gordillo y Miguel Ángel Yunes es, por así decirlo, la segunda parte de un serio conflicto entre ellos que se ha agravado por la victoria reciente del PRI y de Peña Nieto en las elecciones, sobre todo la del Estado de México, en la que Elba jugó un papel importante.



Es esperable que los dos rivales tengan ases bajo la manga para usarlos en una guerra que dejará grandes pérdidas, como pasa en todas las diseñadas para exterminar al rival, no para llegar a acuerdos que beneficien a la parte vencedora.



¿Quién va a ganar?



Yunes es un tipo decidido a todo, perverso, con recursos y cuenta con el apoyo de Calderón. Es decir, Yunes podría ganar, lo que le convertiría en un personaje poderosísimo.



Pero Elba Esther también es una persona capaz de cualquier cosa, con recursos, perversa y que cuenta ahora con el apoyo del PRI, al menos de los priistas que están detrás de Peña Nieto. Es decir, Elba Esther podría ganar, lo que consolidaría el inmenso poder que ya tiene.



Los ciudadanos sin partido y la opción política que no está ni con el PRI ni con el PAN, la izquierda, tendrán que aprovechar esa guerra tan sucia (¡hasta atentados han planteado los combatientes!) para exhibir lo único que no tienen los políticos que dominan a los partidos que han llegado a Los Pinos: autoridad moral.



Hay que trabajar mucho, sin lugar a dudas, para que la gente entienda que hay una mafia política, dividida ahora, la del PRI y el PAN, a la que urge echar del poder. Para que México vuelva a ser una nación viable.

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