lunes, 5 de marzo de 2012

La captura de El Chapo-- POLIMNIA ROMANA

Una de nuestras mayores desgracias es ser vecinos del país más vicioso del planeta. El narcotráfico ha sido y será el negocio que más ganancias otorga a sus productores, inversionistas y distribuidores, y al ser México una tierra noble y fértil, seremos por siempre los proveedores de los drogadictos gringos.

Eso no lo cambia ni Fidel.

Pero esta violenta crisis, y el miedo que hoy apachurra los corazones de los mexicanos, no es solamente producto del narcotráfico. El crimen organizado que secuestra, extorsiona, mata y recluta jóvenes sin oficio es el culpable de esta guerra.

Los grandes cárteles, sobretodo el que ha estado protegido por los gobiernos panistas, el Cártel de Sinaloa, dejaron atrás esa vida de pueblo, caballos, sembradíos, balas y polvo. Hoy son corporaciones transnacionales, tienen contadores y abogados con postgrados en Harvard y Yale, tienen oficinas de cristal en las principales capitales de América Latina y EUA.

Los jefes de estos cárteles son ahora CEOs y visten trajes Armani en lugar de camisas a cuadros. Es evidente que la guerra de Calderón nunca fue dirigida a ellos. El gobierno norteamericano tampoco tiene ningún interés en frenar la importación de marihuana, cocaína y otras drogas. Cerca del 10% de los estadounidenses las consume y no tienen intención de dejarlas. EUA colapsaría sin los miles de kilos de hierba y polvo que cruzan la frontera todos los días por la puerta principal.

El poco peso que tienen los antiguos patrones en el negocio del narcotráfico me hace creer que el señor Felipe de Jesús no tendría mucho problema en apresar al fugitivo #1 y entregarlo en un legítimo acto de campaña. La captura de El Chapo en vivo y a todo color a unas semanas de las elecciones le podría dar un giro importante a la carrera por la presidencia.

Andrés Manuel y Enrique están hoy muy por encima de Josefina. La señora ya no puede subir más en las encuestas y Peña Nieto se desinfla todos los días. Debemos estar preparados para recibir cualquier tipo de simulaciones desesperadas por parte del gobierno federal.

Ni la guerra de Calderón ni el narcotráfico se acabarán con la captura de Joaquín Guzmán Loera. El crimen organizado y el derramamiento de sangre sólo se pueden combatir con justicia, empleo y una política social que busque el bienestar de las mayorías.

La terrible desigualdad social ha engrosado las filas de los sicarios, y mientras no cambie el modelo económico de este país, no cambiará nada. Ni Josefina ni Enrique proponen ese giro que tanto necesitamos.

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