lunes, 19 de marzo de 2012

Las palabras de Peña ¿mensaje disfrazado?-- SERGIO ANDRÉS CONSUELOS LÓPEZ

Mientras que Andrés Manuel López Obrador ha planteado consistentemente la necesidad de hacer de Petróleos Mexicanos una verdadera palanca para el desarrollo nacional, con datos y estrategias apegadas a la Constitución y a la vigilancia que debe mostrar el estado sobre un tema que además de ser estratégico debiera señalarse como de seguridad nacional; Enrique Peña Nieto no solo disfraza la intención de abrir de una vez, en su gobierno, la paraestatal a la inversión indebida de empresas extranjeras enviando un mensaje a gobiernos externos (en particular al siempre interventor y dispuesto: Estados Unidos.)

No se trata esto de “ataduras por ideologías históricas” como señaló el candidato del Partido Revolucionario Institucional que en ello descubre una veta más de su ignorancia, se trata de cuidar un recurso, patrimonio de la nación e impulsar su desarrollo. Los gobiernos del PAN y los del PRI, desde la implantación del modelo neoliberal, se han dedicado a desmantelar a PEMEX arguyendo falsos debates, como la idea de que la empresa no es funcional en manos del Estado, que debe abrirse a la inversión privada, que no deben construirse refinerías porque no son rentables. Lo cierto es que el petróleo mexicano es tanto y tan noble, y por ello tan deseado al exterior, que ha soportado la explotación indiscriminada de gobiernos que responden a intereses externos, que no buscan garantizar al recurso natural como fuente de riqueza de nuestra nación sino como fuente de legitimación al exterior, con un ánimo entreguista que no soportaría ningún “patriota”, como define el presidente de facto Calderón, a sus colaboradores.

Es falso que PEMEX no deba construir refinerías, no lo hace porque resulta un gran negocio, para el gobierno en turno, importar la gasolina desde Estados Unidos y ganar en lo particular por pactos secretos que en nada contribuyen al bienestar nacional, es como vender naranjas y comprar jugo de naranja.

Es falso que PEMEX no sea una empresa rentable, lo es, solo que buena parte de sus ganancias son consumidas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, lo que deja sin oportunidad de reinversión a la paraestatal. Es revelador que al eliminar la renta petrolera del presupuesto de la federación, se abriría un boquete fiscal enorme.

Es falso que PEMEX necesite ceder ante los intereses externos, si bien es cierto que la paraestatal, podría aceptar inversión del exterior, no debe olvidarse que muchas de esas empresas son particulares, de tal suerte que se enfrentaría el interés de un particular contra el interés de un estado. No se niega la posibilidad de que empresas privadas inviertan y contribuyan a la grandeza y expansión de la empresa, obteniendo ganancias, lo que no es válido es que esas ganancias se generen con la distorsión del mercado y todavía peor, generen pérdidas a la petrolera.

Es falso que PEMEX no acepte inversión extranjera, ahora mismo, la acepta, y promueve contratos en condiciones de suma desigualdad con otras empresas, por ejemplo, para explotar el bien transfronterizo. La paraestatal se encuentra entre los intereses de los particulares y los de una nación entera, entre los de una clase política desvergonzada y olvidadiza de la historia nacional y una población que merece disfrutar de la renta petrolera, no a través de subsidios ni cosa parecida sino a través de la implantación, necesaria, de una política social más social, que se encamine desde la riqueza natural de México, que aproveche las virtudes del suelo mexicano, no solo del petróleo sino también que de paso a la revisión y regulación de la deplorable manipulación de las mineras extranjeras en suelo patrio.

México y los mexicanos deben pagar gasolina con precios del primer mundo y salarios del tercer mundo. Los mexicanos deben acostumbrarse a escuchar que el petróleo dejará de ser pronto palanca del desarrollo nacional, para convertirse, de lleno, en propiedad de intereses ajenos al país. Los mexicanos se acostumbraron a escuchar que en México PEMEX Petroquímica es una filial más sin rentabilidad atractiva para la nación. México se acostumbra a violar la Carta Magna a través de leyes secundarias y acuerdos clandestinos.

PEMEX se encuentra inmersa, además, entre los intereses de un sindicato charro y los de un gobierno coludido, ilegítimo e infectado de raíz y por antonomasia por la corrupción campante.

¿No son esos los intereses que deberíamos combatir? ¿No es causa de indignación que se manipule la información para dar cabida al proyecto neoliberal? ¿No enoja la actitud servicial y de pleitesía con el gobierno imperialista de Estados Unidos por parte de Enrique Peña Nieto y de la administración panista? ¿No es intolerable que los tres precandidatos asistan a una reunión con el vicepresidente estadounidense (ese solo hecho) y solo uno se atreva a expresarle sus diferencias? ¿Es México un país donde debemos acostumbrarnos a que las opiniones sesgadas por los intereses particulares se vuelvan verdades absolutas que aplicadas afecten el interés común? ¿Son prejuicios nacionalistas, como señaló el inculto zafio? ¿No correspondería a nuestra generación defender esa conquista histórica? ¿No valdría la pena reflexionar sobre el papel de PEMEX en el desarrollo de México, más aún, el papel del petróleo en el desarrollo mundial?

Es nuestra obligación como mexicanos, defender la propiedad de la paraestatal, no solo oponernos a la inversión extranjera sino alentarla, pero en condiciones igualitarias en donde prevalezca el interés del pueblo de México y con apego irrestricto a la constitución mexicana.

Es nuestra obligación exigir el cumplimiento de las normas constitucionales. Reeditar las luchas históricas que promovieron nuestros derechos y convocaron el nacionalismo, no como una atadura, sino como un punto de partida para la refundación y construcción de la república.

El punto de partida no es solo el razonamiento de nuestro voto el 1° de julio, que es buen punto de partida, es también la concientización de que una transformación no depende de un solo hombre o mujer, sino de todo un pueblo, de hombres y mujeres que tengan Conciencia de clase y se subleven ante el caudal de injusticia para reafirmar su presencia como dadores de legitimidad y precursores de una nueva generación del pensamiento que propicie la revolución mexicana, la revolución de las ideas…

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