sábado, 7 de julio de 2012

1ra. Impresión: Inmoralidad de Milenio, Televisa y encuestadoras- HÉCTOR PALACIO

Se confirma lo que siempre se sospechó: la falacia, la farsa, la impunidad,…, la mierda, de las casas encuestadoras y sus encuestas, de Gea-Isa a Covarrubias, pasando por Mitofski, todas encargadas y/o impulsadas por los medios masivos de difusión, empezando por Televisa y Milenio, continuando por El Universal e incluyendo a SDPNoticias (quien no sólo comisionó encuestas sino que exhibió en su portal la peor de todas, la de Milenio).

¿Se puede atinar con precisión los datos en relación al jefe de gobierno del Distrito Federal y fallar en un rango de entre 15 a 6 puntos en el caso de la elección presidencial? Porque eso fue lo que hicieron Milenio –Gómez Leyva, Marín, et al, explicando a diario la gigantesca ventaja de Peña sobre AMLO, dándole hasta 20 puntos de ventaja, dejándola en 18.5% el miércoles 27 de junio, queriendo declarar con triunfalismo, como si ese fuera su papel, a Peña como presidente, descalificando a AMLO y a sus seguidores, etc.- Consulta Mitofsky y hasta Covarrubias, quien presumiendo ser la mejor encuestadora dio 11 puntos de ventaja a Peña (la más acercada a lo que los datos oficiales arrojan hasta ahora fue IPSOS, con 6% de diferencia y la penúltima de Reforma con 4%, quien se retrajera de esos datos llevándolos al 12% en su última encuesta), acertar en una y fallar sospechosa y flagrantemente en otra. Y aún las encuestas de salida, volvieron a fallar, estableciendo un 9-12% de diferencia entre uno y otro.

Y hoy, ni Gómez Leyva ni ningún otro periodista objetivo ha explicado en qué fallaron sus encuestas, hoy que se ve –a pesar de que el IFE, Calderón, las televisoras y el PRI, declaren a Peña como ganador- que la diferencia entre uno y otro es, en promedio, de 5 puntos aún sin detallar la votación. ¿Dónde está la aplanadora de Ciro Gómez? Éste no contesta y celebra en su primera columna postelectoral el triunfo que siempre deseó. Al que le dedicó un nicho a diario y durante largos meses en su programa de televisión y su columna, atribuyendo una enorme ventaja de Peña sobre AMLO. ¿No tiene ninguna obligación ética de reconocer y/o explicar su “error”? ¿Lo deja a nuestra interpretación de atribuirlo efectivamente a un tremendo error o a la tremenda estupidez de las encuestadoras? ¿O existe otra explicación?

Claro que la hay. Los periodistas objetivos se encargaron de difundir que Peña arrasaría las elecciones y le llegaron a dar hasta 50 o más puntos y a AMLO llegaron a reconocerle solamente 15 puntos. Es decir 35% de diferencia que eventualmente terminaría en 18.5% y en el promedio de todas las encuestadoras en un 12%. Esa labor periodística expresa al menos dos cosas: 1. Falsear para crear una sensación, una emoción en relación a los candidatos. 2. Crear opinión y promover con cierta intencionalidad el voto. Es decir, los periodistas objetivos estuvieron trabajando todo el tiempo para el PRI y Peña Nieto.

Anoche -por más triunfalismo que quisiera derrochar Peña, por más papel picado multicolor tratando de levantar los ánimos como lo hacían con López Portillo, con las execrables porras pri-colores de siempre, las frases huecas como esa de que “Ganó México”, el típico maestro de ceremonias priista de todos los pueblos ensalzando al líder, éste saludando cual Salinas o Díaz Ordaz, esto es, el priismo de siempre-, anoche, el candidato del PRI exhibía más bien un rostro desencajado porque, cuando menos, la realidad le arrojaba que apenas rebasaba a el 35% de la votación; si es que las irregularidades no disminuyen ese registro.

Por otra parte, la declaración de López Obrador es prudente. Esperar el conteo final para establecer su postura.

La inmoralidad de los medios masivos de comunicación mexicanos que al desinformar y manipular incluyen y crean opinión distorsionada y asimismo intencionalidad en el voto, es un fenómeno de corrupción que a más de ser evidenciado y explicado, debiera ser, algún día, erradicado al menos en alto porcentaje. Televisa, El Universal, Milenio, Ciro Gómez Leyva y Mario Marín (a éste, como director de Milenio, debieran caérsele los dientes postizos de la mera vergüenza, pero no tiene, vergüenza, claro), entre tantos otros charlatanes y vividores del periodismo, continuarán circulando, contentos, con el desprestigio a cuestas, con las máscaras del cinismo cada vez más endurecidas, mientras la realidad espera y aspira a rebasarlos algún día de estos.

P.D. Y como dijo Juan de Dios Castro del PAN, si ha habido fraude, ese se fraguó y ejecutó desde mucho antes, no necesariamente el día de la elección.

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