domingo, 14 de julio de 2013

De grandezas mexicanas (I)

HÉCTOR PALACIO@NietzscheAristosáb 6 jul 2013 14:16
  
“La casa en que vine al mundo se encontraba en la esquina de las calles de Donceles y del Factor (hoy Allende). Desde los barandales de hierro de los balcones, solíamos contemplar la llegada de Don Porfirio a la antigua Cámara.” (Jaime Torres Bodet, Tiempo de arena).
Hay infinidad de libros sobre la ciudad de México, sobre la experiencia y aun el “amor” de sus autores por ella; de quienes la han vivido. Hay dos de ellos, sin embargo, que son considerados clásicos y un tercero reciente que en la misma línea evoca a sus predecesores y recrea la ciudad desde su perspectiva.
Aparte de título semejante, los tres comparten en cierto sentido algo en común; aunque con admiración, fueron realizados por encargo:
1.- Grandeza mexicana, de Bernardo de Balbuena. Español nacido en 1562, llegó a México en 1584 para alcanzar al padre de quien era hijo bastardo y quien se había alejado de él cuando apenas cifraba los dos años de edad. Se ordena sacerdote y en 1593, a petición de Doña Isabel de Tobar y Guzmán, de quien se dice estaba enamorado (los curas siempre han tenido corazón), escribe Grandeza mexicana, un prolongado poema en tercetos con el cual describe su admiración por la ciudad de México y que aparecerá publicado hasta 1604. Ni el amor ni la pasión por la carne ciegan sin embargo al cura-poeta Balbuena (cuyo apellido sería utilizado en calles, escuelas, colonias y una estación del metro), y regresa a España para jamás volver a suelo mexica. Se dice que, con todo, en la capital del imperio o en su muerte en Puerto Rico, siempre pensó en su estancia en el virreinato español; quizá en la mujer abandonada.
2.- Nueva grandeza mexicana, de Salvador Novo (Espasa-Calpe, 1947). Poeta desparpajado, crítico, mordaz, lenguaraz (viperino le han dicho), de la generación de Los Contemporáneos, nacido en 1904. Es uno de los autores más prolíficos y brillantes del grupo al cual se le adhiere, ya sea en poesía o prosa, como crítico o cronista cultural. “En 1946, el Departamento del Distrito Federal  convocó a los escritores a un concurso sobre la ciudad de México. Resolví ganármelo… El público lector y la crítica lo acogieron y lo siguen acogiendo con entusiasmo” (Protagonistas de la literatura mexicana. Entrevista de Emmanuel Carballo a Salvador Novo). Es el libro clásico de la modernidad sobre la ciudad.
3.- Antigua grandeza mexicana. Nostalgias del ombligo del mundo, de René Avilés Fabila (Porrúa, 2010). Nacido en 1940, novelista, ensayista, periodista cultural, crítico de la política nacional, conoce al nacer el esplendor de la ciudad, de la cual se dice, particularmente durante la década de los cincuenta, fue “maravillosa”. Y quizá así haya sido si se considera el boom mexicano tras la nacionalización petrolera, el crecimiento del mercado interno como consecuencia de la segunda guerra mundial, el continuo florecimiento de las artes, música, cine, pintura, literatura, danza, etc. (iniciado en la década de los 20 con  el impulso de José Vasconcelos como rector de la UNAM primero y creador de la SEP, después). Es pues natural que con el tiempo, si se vive un proceso de reversión, se experimente añoranza por un pasado que, en cierta manera, sí fue mejor (a propósito, qué extraordinaria película, visual y argumentalmente, Media noche en París, de Woody Allen, sobre el tema de “todo pasado fue mejor”).
Aunque una pulsación personal gestada por años, el autor señala sobre su texto: “Este trabajo es el resultado de una tarea dominical que me encomendó la escritora Silvia Molina, en ese momento, directora del Centro Nacional de Información y Promoción de la Literatura del INBA. Un paseo de recuerdos por el centro histórico lo que me permitió recrear hermosas nostalgias”.
Recorriendo el centro de la ciudad se propone no sólo expresar una admiración, también el concepto de que durante el tiempo de la grandeza perdida o en decadencia, la ciudad fue habitada por grandes personalidades del arte y la literatura que él conoció, vio y/o trató.  Sobre todo se explaye en la descripción de la ubicación geográfica de artistas y escritores, incluyendo a miembros cercanos de su propia familia.
El México descrito por Novo es el que de niño, adolescente y joven, conoció Avilés Fabila. Sin embargo, en el tránsito hacia la madurez algo sucedió que cambió radicalmente la ciudad y asimismo la perspectiva del autor. ¿Para bien o para mal? Depende de cómo se vea. Y es en este punto donde encuentro coincidencias y divergencias.

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