jueves, 4 de julio de 2013

Pemex, especulaciones sobre lo concreto

Pemex, especulaciones sobre lo concreto

HÉCTOR PALACIO@NietzscheAristomié 3 jul 2013 19:11
  
Se ha estado argumentando, sobre todo del lado de quienes promueven la inversión privada en Pemex, que el debate recién iniciado en los medios carece de sentido pues Enrique Peña no ha presentado aún el contenido de la reforma energética que pretende “modernizar” Pemex.
Tienen razón, no se ha presentado. Pero tiene mucho sentido debatir no sólo porque se prevé algún tipo de cambio inminente en relación a este asunto tan sensible y porque siempre es saludable tener claridad sobre los temas, sobre todo, porque fue Peña quien desde el extranjero proporcionó elementos (¿voluntaria e interesadamente?), para que ese debate se diera a raíz de sus declaraciones.
Y así, se han aclarado varias cosas:
1.- Que en el caso del petróleo, no estamos ante un asunto religioso ni de dogmas, sino frente a un negocio  de proporciones gigantescas.
2.- Que existe una fuerte oposición a una modificación del artículo 27 constitucional.
3.- Que 65% de la población está en contra de la inversión privada en petróleos; encuesta “México, las Américas y el Mundo 2012-2013” del CIDE (Animal político, 25-06-13; mayor al 63% opositor en octubre de 2006 en encuesta de Ipsos Bimsa).
4.- Que Pemex es una de las empresas petroleras más rentables a nivel global y los datos abundan; que no está quebrada sino sobreexplotada.
5.- Que lo que se pretende privatizar no es Pemex, la empresa, la burocracia, sino el petróleo a través de la distribución, en “riesgo”, del recurso; gran diferencia.
6.- Que si se desea “modernizar”, en el sentido de la inversión en Pemex, bastaría con modificar algunos elementos clave: A) Dejar de gravar a la empresa con un 67.4% de sus ingresos que van a parar a hacienda. B) Darle autonomía con respecto a hacienda. C) Reinvertir parte de sus extraordinarias ganancias en sí misma. D) Acompañar estas acciones con una reforma fiscal que tendría que gravar a quienes no pagan impuestos o quienes no lo hacen de manera suficiente; particularmente, las grandes empresas. E) Extirpar de raíz la profunda y nefanda corrupción burocrática y sindical.
7.- Que en el “Pacto por México” sí se ha tratado el asunto, como deja ver el apartado 2.5 de su contenido y las declaraciones de Peña. De donde se colige que el PRD, en voz de su presidente, o bien miente o encubre a EPN, pues públicamente ha dicho que el tema no se ha tratado y que se oponen a la privatización.
Con esta consideración y llevando adelante las especulaciones sobre lo concreto, sobre lo que se tiene, las declaraciones de Peña en Londres, este fin de semana pasado aparecieron dos artículos enLa Jornada, que en su cruce, arrojan interesantísima información.
En el primero, “Feudalización de los energéticos de México: hermenéutica de una privatización encubierta”, Alfredo Jalife sostiene, por un lado, que existe un caos lingüístico deliberado que favorece la privatización y que es necesario aclarar, y por otro, que se debe interpretar el lenguaje utilizado oficialmente para extraer su contenido real. En este sentido, hay dos conceptos básicos, “modernizar” y “transformar”.
Mientras que EL PRIMERO oficialmente se utiliza a contracorriente de su semántica [modernizar es estar al día de algo y esto en términos del petróleo debiera significar no privatizar pues la tendencia global en el nuevo siglo es la renacionalización del recurso, como muestra el control sobre producción y reservas que tienen en el presente siete compañías del mundo básicamente estatales -Aramco (Arabia Saudita), Gazprom (Rusia), NIOC (Irán), Pdvsa (Venezuela), Petrobras (Brasil), CNPC (China) y Petronas (Malasia), sin contar las relevantes estatales INOC (Irak) e Indian Oil, además de Statoil (67 por ciento propiedad de gobierno noruego), “Así que la privatización encubierta del Pacto por México es antimoderna y retrocede a México a etapas porfirianas con las sucesoras de las mismas trasnacionales liquidadas y, peor, a la feudalización medieval del control financierista por las empresas anglosajonas tanto en las aguas profundas del Golfo de México y en las transfronteras como en la explotación telúrica del gas esquisto (shale gas); La Jornada, 31-06-13], EL SEGUNDO requiere de una hermenéutica neurolingüística, pues Peña, en sus declaraciones al Financial Times, lo acompaña de otros términos (“liberalizar” para hacer una reforma “transformativa” o “transformacional”, con “cambios constitucionales necesarios” que den “certeza” jurídica a los inversionistas; ahora bien, “transformar” significa hacer cambiar de forma a alguien o algo), “si entendemos la hermenéutica de Peña y la mayéutica del FT (privatización de las aguas profundas/transfronteras/ shale gas) por las trasnacionales anglosajonas: Pemex será cambiada a otra cosa y sufrirá una metamorfosis en tierra firme, aguas someras y en la profundidad de los mares” (ídem; subrayado es mío).
En el segundo artículo referido,  “‘Dogmas y falsos nacionalismos’”, Arnaldo Córdova critica a los promotores de la privatización que ven en el artículo 27 constitucional lo que el título de su columna indica, y lo descalifican. Sin embargo, no se han atrevido a modificarlo por temor a la sociedad que continua creyendo en el “viejo nacionalismo” (65%, como se cita arriba), por lo cual han recurrido a sucedáneos. Si, por ejemplo, se continúa a través de “contratos múltiples” en la dinámica que lleva, de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas al presente, a la privatización de los recursos nacionales disfrazada de “modernización”, entonces privatizar es lo que buscan; “no lo pueden negar”. Y añade que los procesos privatizadores están llevando a una única perspectiva: “convertir a Pemex, empresa nacional, en una no empresa o, más bien, en una administradora de contratos… con empresarios privados a los que se entregarían todos los procesos de explotación y aprovechamiento de nuestro petróleo. Pemex dejaría de estar encargado de la producción e inclusive de la comercialización de la misma.” (La Jornada, 30-06.13; subrayado es mío).
He aquí lo interesante al cruzar la especulación sobre lo concreto de ambas columnas: La hermenéutica de las palabras de Peña conducen -llevadas al extremo y considerando la tendencia histórica que encierran las mismas-, a la conclusión de Córdova: Cambiar, convertir eventualmente a Pemex en una mera empresa administradora de contratos de los cuales los beneficiarios mayores serán las empresas que compartirán el “riesgo” de la explotación petrolera (aparte, por supuesto, de cobrar muy bien por sus servicios, no matter what).
Y a menos que Peña esté cantifleando deliberadamente para confundir al “enemigo”, el trazo histórico de la semántica oficial pone en grave riesgo (este sí, riesgo verdadero), la propiedad de la nación sobre el recurso.
Hasta la próxima especulación sobre lo concreto (“Especular: Registrar, mirar con atención algo para reconocerlo y examinarlo.”; RAE).

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