¿Una mujer para gobernar la CDMX? Según Mitofsky los capitalinos lo prefieren
¿Acaso lo han hecho o lo hacen mejor que los hombres?
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Más allá de personajes, partidos, filias, fobias, etc., confieso que me encantaría una contienda para la gubernatura de la Ciudad de México entre mujeres, ya sea Patricia Mercado y Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez y Alejandra Barrales.
No suena fácil que se dé. Pero para una ciudad más respetuosa, amigable, menos violenta, más humana... suena a que necesitamos a una mujer para esa chamba.
Creo que la disputa en 2018 tendrá que estar entre mujeres.
Al menos a si lo prefieren o creen los propios electores, de acuerdo con la encuesta más reciente de Consulta Mitofsky, en donde se recalca que los cuatro partidos más sobresalientes que participarán en la elección del próximo año cuentan con posibles candidatas, de las que según la favorita de los votantes es Claudia Sheinbaum, de Morena, con el 29.3 por ciento de las preferencias.
Le siguen Alejandra Barrales, PRD, con 18.5 por ciento; Xóchitl Gálvez, del PAN, con 13.3 por ciento y Rosario Robles, del Partido Revolucionario Institucional PRI, con 10.1 por ciento.
¿Sería mejor el mundo si gobernaran las mujeres?
Quizás no, porque también creo que los hombres y mujeres son iguales, y tenemos la misma capacidad de hacer cualquier cosa, si son o no buenos gobernantes no depende del sexo sino de la persona como tal.
Pero de acuerdo con la encuesta, la percepción de los futuros gobernados no es la misma, quizás piensan que con una mujer las condiciones actuales de la capital del país mejorarían, la inseguridad, pobreza, contaminación, desempleo, corrupción, entre otros muchos otros males que deterioran la calidad de vida de los ciudadanos.
Pero, ¿realmente sería así?, ¿son las mujeres mejores para desempeñar un alto cargo?, ¿están las mujeres más preparadas para desempeñar un puesto de mando solo por el hecho de nacer con los cromosomas XX?
Ante dudas de este tipo, lo mejor es mirar en la ventana de la historia y nunca dar nada por hecho.
Dando una ojeada a las mujeres que ejercieron cargos importantes de mando, tanto antiguas como recientes, encontramos que no son demasiadas, comparadas con los hombres. Pero precisamente esta singularidad les da también un protagonismo especial por la excepcionalidad que representan.
Por mencionar algunos ejemplos tenemos: en el Antiguo Egipto, la reina-faraón Hatshepsut y Cleopatra; en Mileto, Aspasia; la reina de los Icenos, Boudica; y la china imperial, vivió Wu Zetian, la única mujer china que llegó a ostentar el título de emperatriz.
En los tiempos más cercanos, podemos mencionar a Golda Meir, primera ministra de Israel; Lidia Gueiler en Bolivia; Michelle Bachelet en Chile; la canciller alemana Angela Merkel; y Cristina Fernández de Kirchner, segunda mujer presidenta de Argentina.
¿Acaso lo han hecho o lo hacen mejor que los hombres? La respuesta no es fácil. No depende del hecho de ser mujer u hombre sino de la preparación, educación y voluntad de mejorar. Así pues la carrera entre hombres y mujeres parece estar empatada. El mérito femenino está a menudo en el hecho de llegar a un puesto para el que tradicionalmente no la han creído capaz. Pero una vez allí, si no hay una base sólida, de poco sirve tener poder.
Más que preguntar si sería mejor el mundo si gobernaran las mujeres, deberíamos cuestionarnos si hay igualdad de oportunidades para ambos sexos. Y aún más importante es saber si los gobernantes, hombres o mujeres, están preparados para tan importante responsabilidad.
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