jueves, 7 de diciembre de 2017

Andrés Manuel, encantador con las tortuguitas, elogia a Pacchiano… ¿dónde está el Meade que cautiva por ético?

@FedericoArreolajue 07 dic 2017 06:46
 
 
¿Serán capaces en el PRI —tan dados a contratar estrategas y publicistas profesionales— de atreverse a diseñar para la señora Juana Cuevas, esposa de Meade, una campaña en la que ella no sea ella misma, sino la imagen que los tecnócratas construyan?
¿Serán capaces en el PRI —tan dados a contratar estrategas y publicistas profesionales— de atreverse a diseñar para la señora Juana Cuevas, esposa de Meade, una campaña en la que ella no sea ella misma, sino la imagen que los tecnócratas construyan?
Foto propiedad de: Inteernet

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Mientras el PRI abría las puertas a los peores dinosaurios, como el nuevo secretario de Educación Pública, Otto Granados Roldán —hombre cercanísimo al más feroz de los enormes, terribles lagartos que en la prehistoria de la política impidieron el avance de la democracia mexicana—, Andrés Manuel López Obrador liberaba tortuguitas en una bellísima playa de Oaxaca.
El maravilloso video de Andrés Manuel lo presenta tal como es: sencillo, sensible, carismático, ocurrente, amoroso, entregado al prójimo. El López Obrador que merece ser presidente de México.
¿Dónde están los mejores valores, que son muchísimos, de José Antonio Meade? ¿Dónde escondieron los estrategas que cobran altísimos honorarios los principales activos del candidato del PRI?
¿Por qué no ha vuelto a hablar, desde el destape, su esposa, Juana Cuevas, que con un solo video —el día en que Meade renunció a la Secretaría de Hacienda— enamoró al país con su expresión de mujer honesta, inteligente, sincera?
¿Se atreverán en el PRI —tan dados a contratar estrategas y publicistas profesionales— a diseñar para la señora Cuevas una campaña en la que ella no sea ella misma, sino la imagen que los tecnócratas construyan porque piensen que es la que más le conviene al candidato en función de grupos focales, estadísticas, largas sesiones de fotografía, etcétera?
¿Permitirá José Antonio que los asesores que ya lo rodean le quien la naturalidad a su compañera?
¿Por qué hemos visto tan pocas veces al padre del candidato priista, Dionisio Meade, un hombre de trabajo, decente, el paradigma de funcionario público trabajador y dispuesto a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley señala, tal como decía Benito Juárez?
¿Y los hijos de Meade, cuánto los conocerá el electorado mexicano? Hace un par de meses platiqué casualmente diez minutos con uno de ellos, muchacho educado, amable, muy listo, con la fuerza moral de la mejor juventud mexicana.
¿No le parece a Meade que ya fueron demasiadas fotografías con tipos mafiosos como Emilio Gamboa?
¿Y qué decir de la foto en el coche con Aurelio Nuño, que habría sido hasta positiva —Nuño es muy inteligente y hace lucir a cualquiera a su lado—, pero carajo, se echó a perder porque un día después Aurelio tuvo la ocurrencia de retratarse, también en el automóvil, con Míster Tyrannosaurus Rex Granados Roldán?
¿No se sintió al menos un poquito asqueado el candidato Meade al posar en un jardín con catorce iguanodontes que presidieron el PRI, como Beltrones, Lugo Verduzco, Sauri Riancho, Coldwell, Madrazo Pintado?
¿Y la fotografía en la CTM con el impresentable Carlos Aceves del Olmo? Por favor, señor Meade, ya no haga eso.
¿Eran absolutamente necesario que Meade se retratara con el dirigente de Nueva Alianza, Luis Castro? No es que Castro sea una mala persona, pero su partido todavía huele a Elba, es decir, a podrido. 
¿Y no fue ya excesivo que Meade en el salón Presidentes del PRI se fotografiara con los gobernadores de este partido, es decir, con Del Mazo, Murat, Moreno Cárdenas...?
¿Qué gana el candidato Meade recordando a diario, a todo el país, las peores historias del PRI?
Si Meade Kuribreña es católico, y lo es apasionadamente, ¿por qué no lo hemos visto en el templo? No se trata de agradar a los defensores del Estado laico o a las ateos combativos, como es mi caso, ni de lucrar con la fe de la mayoría de los mexicanos, sino nada más de que Meade se presente tal como es en realidad. Algunos lo vamos a acusar de ser un fanático religioso, pero las opiniones de unos cuantos, ¡que no serán en este tema las opiniones de muchos!, no tienen por qué impedirle exhibir su verdadera personalidad.
Los expertos en campañas, estrategias y publicidad no permitirán a Meade presentarse tan al natural como Andrés Manuel en su video con las tortuguitas: con una camiseta barata, sin maquillaje, despeinado, panzón y flaco al mismo tiempo, viejito, hombre del pueblo, pues, auténtico, cercano, por lo mismo encantador.
¿Dónde está el vitiligo de Meade?
¿Por qué no nos habla de su enfermedad en la piel?
¿Cuántas veces sufrió el acaso de los buleadores en la secundaria por las manchas blancas en su barbilla?
¿De dónde sacó la fuerza de carácter para no dejarse vencer por las consecuencias psicológicas, no las físicas, de ese mal?
Conozco muchachos absolutamente acomplejados por tal enfermedad autoinmune, ¿no serviría de ejemplo para ellos que Meade les hablara de su propio vitiligo —del sufrimiento, de la perdida de confianza, de saberse distinto y en ocasiones despreciado por los más imbéciles de la secundaria—, que José Antonio con un lenguaje no estudiado, no supervisado por estrategas, que con palabras simples les contara esa parte de su historia, él que cursó dos carreras y un doctorado en una universidad de primer nivel mundial y que ha sido, reconocido por todos, el más eficaz funcionario público mexicano en muchas décadas?
No propongo que Meade se victimice, sino nada más que sea él mismo y que ya, rápidamente, se aleje tdel exceso de maquillaje y de las elevadas dosis de cortisona o de cualquier cosa que se aplique, pero sobre todo que diga adiós cuanto antes a los dinosaurios que tanto le afean la imagen de hombre de bien que lo ha hecho muy apreciado en diferentes grupos sociales.
Por cierto, ¿cuándo va a llamar José Antonio Meade a Rafael Pacchiano para que participe en la campaña?
Pachianno, secretario de Medio Ambiente, ha conseguido para el gobierno de México, y para el presidente Peña Nieto, algunos de los logros más importantes del sexenio, que se han traducido en felicitaciones de gente tan destacada en el mundo como el empresario y filántropo britànico Richard Branson: “Qué maravilloso escuchar que Enrique Peña Nieto y Rafael Pacchiano están haciendo historia en materia de océanos al declarar al Archipiélago de Revillagigedo la primera reserva marina de México con protección total. Felicidades de corazón, espero celebrar con ustedes en el futuro”.
También ha sido notable el esfuerzo de Pacchiano para salvar la vaquita marina con la participación de Leonardo DiCaprio, lo que no es poca cosa.
Son dos ejemplos de lo que ha hecho un funcionario comprometido con el medio ambiente, que por cierto, el mayor reconocimiento que ha recibido en su vida se lo otorgó el mismísimo López Obrador.
En efecto, en su video de las tortuguitas Andrés Manuel reconoce que “no todo lo que ha sucedido en los últimos años ha sido malo”.
Para AMLO hay “cosas buenas, rescatables” en los programas del gobierno: “se avanzó mucho en cuanto a la conciencia ecológica, antes no se tenía cuidado, respeto a los animales, a la naturaleza, a las tortugas, ahora, sobre todo las nuevas generaciones, ya tienen una formación distinta”.
Rafael Pacchiano no es del PRI —fue diputado por el Partido Verde, pero tampoco milita en el PVEM—, simplemente se trata de otro ciudadano al que circunstancias de la vida llevaron al gobierno y pudo hacer un buen trabajo.
Después de haber escuchado los elogios de Andrés Manuel a Pacchiano la única pregunta que me hago, que le haría a Meade si lo viera, sería la de por qué se ha tardado tanto en llevar al ambientalista del gobierno a la campaña del PRI para que ambos, durante los recorridos por el país —ojalá al candidato priista no se le ocurra nunca usar aviones privados y helicópteros— hablen con la gente de las vaquitas marinas, los pájaros, los mangles, las tortugas, los árboles, las dunas, las montañas y todas las maravillas naturales de México que necesitan ser protegidas.
En 2018 la campaña electoral que no ponga el acento en los temas ambientales no será exitosa. Andrés Manuel lo sabe, de ahí su hermoso video con las tortuguitas de Oaxaca. Meade puede con Pacchiano imponer su propia agenda conservacionista. Es cosa de quiera declararse partidario de lo natural siendo él mismo natural, esto es, el Meade que conocimos y que el arranque de la campaña se perdió en los pasillos oscuros y hasta sucios del PRI y que más echarán a perder estrategas y publicistas que no quieren el triunfo del candidato priista, sino nada más ganar muchos pesos.

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