sábado, 13 de enero de 2018

México ante la situación internacional de 2018

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La situación internacional en 2018 presenta un panorama turbulento en el que encontramos problemas que implican retos para México. Tales retos llegan en mal momento: la intensidad de las luchas internas por el poder y el tradicional descuido de las elites políticas hacia los asuntos internacionales permite predecir que el interés por la política exterior tendrá un lugar secundario en las elecciones que dominarán la vida nacional el presente año.
Recientemente el periódico Reforma (02-01-2018) publicó las opiniones de tres expresidentes –Salinas de Gortari, Fox y Calderón– sobre los temas que deberían debatirse durante la campaña electoral. El único que le dedicó un espacio al factor externo como elemento que determina en gran medida la política interna fue Salinas de Gortari.
Entre los problemas sobresalientes de la política internacional el presente año podemos referirnos, en primer lugar, al debilitamiento de los foros multilaterales. Un buen ejemplo son las Naciones Unidas, que atravesarán momentos críticos. La resolución de su Asamblea General a finales del año pasado, condenando el reconocimiento de Estados Unidos a Jerusalén como capital de Israel, ha exacerbado la antipatía ya conocida de Donald Trump por la ONU.
En realidad su decisión sobre Jerusalén no dio un golpe al proceso de paz entre Israel y Palestina, porque ese proceso está paralizado desde hace varios años.
El asunto de Jerusalén fue significativo porque ilustra bien la falta de respeto de Trump por las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el estatus internacional de esa ciudad. Desconocer decisiones que son obligatorias para todos los miembros de las Naciones Unidas es un ataque al derecho internacional.
Independientemente de ello, Trump utilizará la resolución contra Estados Unidos para distanciarse más de la ONU. Podemos esperar la suspensión de sus contribuciones voluntarias, tan necesarias para las acciones en favor de la paz, actitudes negativas en el Consejo de Seguridad, agresiones verbales en los debates… A lo anterior hay que añadir su abandono de compromisos auspiciados por las Naciones Unidas, como el Acuerdo de París sobre cambio climático así como su salida de la UNESCO.
El segundo tema que es fuente de preocupación en la política internacional es la posibilidad del uso de armas atómicas debido al conflicto provocado por el programa nuclear de Corea del Norte. El año que se inicia ha traído como novedad un golpe de timón por parte de Kim Jong Un, quien busca ahora un acercamiento con Corea del Sur.
La posible participación de atletas norcoreanos en los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebrarán en Corea del Sur ha abierto una ventana de oportunidad para iniciar un diálogo sustantivo sobre aspectos relacionados con el conjunto de la península coreana.
No se puede perder de vista que el actual presidente de Corea del Sur ha sido tradicionalmente partidario del acercamiento y del diálogo con Corea del Norte.
Es difícil que el camino anterior lleve muy lejos, porque deja fuera del juego tanto a Estados Unidos como a China. Sin embargo, introduce una interrogante interesante respecto a la posibilidad de que sean los países pequeños directamente interesados en un conflicto los que desempeñen un papel relevante en la búsqueda de la paz, actuando independientemente de las grandes potencias. Contestar esa interrogante será una experiencia interesante el presente año. Contribuirá a disminuir o acentuará el peligro latente de un enfrentamiento nuclear.
El tercer gran tema tiene que ver con la recomposición de los liderazgos internacionales, dado el camino impredecible seguido por el actual presidente de Estados Unidos.
Durante un largo periodo, acentuado desde el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos fue el líder indiscutible de las políticas neoliberales, del libre comercio, de la democracia, los derechos humanos y de la alianza ideológica y militar con los países occidentales. No lo es más. Su valoración de la OTAN en términos de lo que cuesta y no en los valores que promueve, su empeño en dar prioridad a los grupos internos de Estados Unidos que lo apoyan por encima de acuerdos internacionales como el TLCAN, su clara indiferencia hacia los derechos humanos –ilustrada por su acercamiento entusiasta hacia países como Arabia Saudita– y, como señalábamos, su distanciamiento de los foros multilaterales han propiciado un cambio de liderazgo en la política internacional.
En el presente, China es la que toma la delantera para defender el libre comercio y mayor empeño pone en hacer sentir su presencia en el mundo. Basta recordar la importancia que ha adquirido en el comercio exterior de los países de América Latina, la dimensión de sus inversiones en los países africanos y sus proyectos de gran calado para fortalecer su influencia a lo largo de Asia Central, a través de la llamada Ruta de la Seda.
Por lo que toca al cambio climático, la delantera china en investigación y desarrollo de energías alternativas ha sido notable. Es probable que se convierta en el mayor proveedor mundial de automóviles eléctricos y pilas capaces de almacenar grandes volúmenes de energía.
Ante los cambios que ocurren en el mundo, el gobierno de Peña Nieto ha seguido una política titubeante. Ha optado por abstenerse en la votación en la Asamblea General condenando la acción de Estados Unidos respecto a Jerusalén. Ha expulsado al embajador de Corea del Norte. Mantiene el discurso sobre el destino común y la prosperidad compartida de América del Norte, aunque la realidad vaya por otros caminos.
El reto para nuestro país en 2018 es mantener los vínculos con Estados Unidos, adaptándose en la medida de lo posible a un gobierno que le es y le seguirá siendo hostil. Al mismo tiempo, ir buscando la diversificación de sus relaciones exteriores, consciente de que no tiene cuadros preparados para ello ni entre el empresariado ni entre los líderes políticos.
¿Veremos debates y reflexiones sobre tales retos en los próximos meses?

No hay comentarios: