sábado, 17 de marzo de 2018

COLUMNAS

“Hijo de puta”, ¿Diego, “La Ardilla”, o Anaya, “El Cerillo”?

@NietzscheAristovie 16 mar 2018 17:50
 
  
 
Al observar y analizar con detenimiento la escena del crimen, se registran dos momentos que no dejan lugar a duda sobre el responsable del insulto; y no es Fernández de Cevallos, quien desea proteger a su pupilo
Al observar y analizar con detenimiento la escena del crimen, se registran dos momentos que no dejan lugar a duda sobre el responsable del insulto; y no es Fernández de Cevallos, quien desea proteger a su pupilo
Foto propiedad de: Internet
Había desistido del tema, pero ya que en sus actos públicos Anaya Cortés insiste en señalar que la PGR sí merece el calificativo que supuestamente Fernández de Cevallos le espetó, aquí vamos (y sí, dicha institución merece muchos calificativos por tantas faltas; pero hablemos ahora de este asunto). Para mis oídos, el autor del insulto es Anaya, y con su insistencia en el tema se muestra como el asesino de una novela policiaca que regresa al lugar del crimen. El autor del “hijo de puta” (en un par de ocasiones y en singular, no en plural como cita Fernández, es decir se trata de un insulto al titular de la Unidad de Lavado de Dinero de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, SEIDO, no a la PGR) es sin duda el candidato presidencial panista.
Todo se puede esperar de Diego Fernández de Cevallos, hasta la autoinmolación, como en este caso. Por su cínico historial, muchos han dicho las peores cosas sobre él, incluso han llegado a ofender a la progenitora del abogado-político. Tendrían que ofrecer disculpa, pues ninguna madre es responsable del desarrollo y desempeño del producto una vez salido al mundo. Como dijo Juan José Arreola, “¡madre, por qué me dejó salir usted de su vientre!”.
Al observar y analizar con detenimiento la escena del crimen, se registran dos momentos que no dejan lugar a duda sobre el responsable del insulto; y no es Fernández de Cevallos, quien desea proteger a su pupilo. Uno de naturaleza escenográfica y gestual, el otro de carácter técnico.
1. Escenografía. Una vez que el titular de la Unidad de Lavado de Dinero llega corriendo a la instalación, se presenta reiteradamente como tal ofreciendo sus servicios ante la posible declaración de Anaya y es acosado por Fernández que le dice “abogado, no se sofoque” -y éste se justifica como diciendo “se me chispoteó”, por haber estado esperándolos en el lugar equivocado-, se despide de manos repitiendo en cara de Anaya que es el titular de la Unidad de Lavado de Dinero (la presunta práctica del candidato del “Frente”) y les da las espalda retirándose. Fernández se va detrás de él, como siguiéndolo y vigilando sus movimientos. Cuando Diego gira de regreso al grupo conformado por los presidentes del PAN, Zepeda, Movimiento Ciudadano, Delgado, y del PRD, Granados, más Creel Miranda y otra persona, se oyen los dos “este hijo de puta”. El rostro de Fernández está claramente de frente a la cámara, todavía a cierta distancia del conciliábulo y se le mira impávido, sin movimiento. Y a menos que sea imitador y ventrílocuo o que las barbas le cubran la boca como si se tratase del Monstruo Come Galletas o alguna botarga de peluche, Diego no abre la boca ni para decir pío.
2. Técnica. Este es el elemento más importante, el juicio del oído sobre la voz, ya que hasta ahora se ha carecido de un estudio técnico para determinar al responsable del insulto. En tanto que la voz de Fernández corresponde al timbre de un viejo decrépito, estrangulada, ríspida, árida, aguda, afectada por el consumo empedernido del tabaco, con el tono autoritario de leguleyo astuto, la de Anaya, aunque también estrangulada y ríspida posee una cualidad nasal (acaso por la práctica constante del inglés en Atlanta) y, naturalmente, es más joven; y más que a la voz del costoso y autoritario leguleyo de barandilla política, se asemeja a la del tecnócrata arribista. Esta combinación perceptiva de elementos técnico-vocales y psíquicos aparte del comparativo con otros audios, permiten establecer que quien dijo “hijo de puta” fue Anaya y no Fernández. Consultada por este garabateador, una maestra especialista de la voz confirmó tras escuchar el audio: “sólo alguien muy sordo o muy tonto podría creer que la voz del insulto es la del viejo”.
Es decepcionante comprobar cómo la prensa mexicana no está interesada en determinar la veracidad de las notas periodísticas que involucran la capacidad del oído. O se puede decir lo contrario, que se dejan llevar por lo primero que escuchan o les dicen otros que han supuestamente escuchado. Existen mecanismos técnicos para verificar lo que al oído mal habituado se le niega en primera instancia; ¿por qué no recurrir a ellos?
Así lo hizo el reportero Arturo Rodríguez, de Proceso, cuando quien esto escribe denunció en marzo de 2017 que López Obrador no había dicho en Nueva York “¡Cállate!” sino “¡Que te vaya bien!” al padre de un joven desaparecido de Ayotzinapa. Cuando ya el escándalo nacional e internacional llevaba 30 horas, se pudo revertir la mentira, pues Rodríguez utilizó un procedimiento de “ralentización” del audio para confirmar lo que yo había establecido en una columna de SDPnoticias. Y aunque ese reconocimiento no se hizo en la nota aclaratoria de la revista, el reportero lo señaló en su página de Facebook, “Lo que obtuve es que en dos ocasiones, López Obrador dice ‘Que te vaya bien’…. Lo difundí. No era el único, pues eso fue observado por otros antes que yo, entre ellos Héctor Palacios (sic), quien escribió un artículo de opinión en SDP Noticias.” (reproducido por Arturo Rodríguez en Notas sin Pauta; 27-03-17).
Otro ejemplo de la pereza de la prensa mexicana es el caso del chino Zhenli Ye Gon y las palabras amenazantes que declaró haber recibido del rudo payaso que lloró cuando “vio” a Pavarotti, el prianista martilleador del teclado Lozano Alarcón. Hasta los más avezados continúan citando mal, o “corrigiendo” a Ye Gon: “¡Copela o cuellos!”, dijo; más delante de la narración del cuento chino da otra versión, “¡No copela, a cuello!”. Pero todos lo citan mal.
Curioso que en ambos casos está presente la intención de perjudicar a López Obrador. El episodio de Nueva York, para usarlo en la guerra de estiércol y en el cuento chino, con el uso del dinero en la campaña de Calderón Hinojosa contra el opositor, según dice una de las versiones sobre los millones hallados en la casa del oriental.
Y el tercer caso para el oído que se presenta ahora es el del “hijo de puta”, ¿Anaya o Fernández?, que involucra indirectamente a López Obrador, pues el candidato derechoso se quiere presentar como víctima para subir en las encuestas en la carrera presidencial. Si bien todos concuerdan en el no uso de las “instituciones de manera facciosa” o para una “justicia selectiva”, también se ha señalado el deseo del candidato “víctima” y aun se ha hablado de toda una estratagema o complot para entronizarlo como candidato antisistema del sistema. En realidad, parece que Anaya no ha salido bien librado y perceptivamente se le mira ya como a un político con mucho gusto y apego por el dinero, cercano a las formas de la corrupción. Esto pese a los esfuerzos de sus asesores, incluyendo al que se ha auto inmolado, el conocido como “El Jefe” o “La Ardilla” (porque en los tiempos de Salinas, se ha dicho, “no salía de Los Pinos”), que es su asesor.
El cinismo abierto de Fernández de Cevallos quiere encubrir a Anaya. “Yo lo dije, ¿y qué?”, es su actitud. Pero resulta increíble que la prensa lo consienta. Con Javier Risco, Fernández señala en primera instancia que él no “escuchó esas palabras” porque el video no es claro, pero en todo caso, es muy probable que “esa voz sea mía y no del candidato”. Y como a Gómez Leyva “no le quedó muy claro que Anaya haya dicho ‘hijos de puta’” ni “distingue quién habría dicho eso” y como él sólo reproduce un boletín y afirma que no es su responsabilidad “limpiar el audio con todos los instrumentos tecnológicos que hay”, le cree a Fernández sin más: “no es en contra del funcionario…, no fue para él, fue para la institución” (de allí que Diego reproduzca la ofensa en plural y no en singular, como nítidamente se escucha). Y si “analizan la voz verán que no es la voz del candidato Anaya, es la mía”; y hasta se avienta una frase casi poética: “la voz yo la escucho como mía”. Y justo la audición atenta del audio, incluso sin llegar a la técnica de sonido, contradice a Fernández y a Gómez.
En un programa posterior, el periodista de Imagen concluye: “Se despejó la incógnita que había quedado abierta, no fue Ricardo Anaya quien habría insultado a un funcionario de la PGR con un ‘hijo de puta’, fue Diego Fernández de Cevallos quien lo expresó pero aclara que él no insultó a nadie”. Y así de fácil, se dio por buena la mentira, la versión del ventrílocuo imitador Diego, desentendiéndose el periodismo del uso de la técnica para indagar la verdad, validando la versión de un político poco prestigiado, por otro lado. Ojalá algún curioso proceda al análisis técnico del caso para confirmar lo que el buen oído establece.
¿Por qué insultó Anaya al funcionario de la SEIDO? Tengo una hipótesis: El candidato llegó a las instalaciones de la PGR a realizar un acto político y asimismo a entregar un documento político y no a realizar una declaración sobre su presunta responsabilidad en lavado de dinero. El Titular de Lavado de Dinero se presentó y en varias ocasiones se puso a sus “órdenes” para recibir su declaración (declaración de sospechoso, pues) y también varias veces y en su cara le dijo que era el titular de “lavado de dinero”; fue la última frase que pronunció al despedirse de Anaya, al momento de retirarse. Es obvio que esto encendió la intolerancia del “Cerillo”.
P.d. Aquí la prueba videográfica en 42 segundos: 

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